Decidieron trabajar para desarmar un paisaje donde el piso es barro, las chapas tiemblan, y el frío se filtra siempre por las precarias letrinas.
Módulo Sanitario nació por la inquietud de un grupo jóvenes hace casi 7 años. Tiene el fin de proveer de baño y cocina a familias que no disponen de estos espacios fundamentales. En Argentina cerca de 6 millones de personas no tienen baño.
Agustina Aguirre forma parte del equipo de Módulo Sanitario, es responsable de la comunicación y decidió incorporarse “para cambiar esta realidad”. Recordó una historia reciente que la impactó. Fue en Florencio Varela, Provincia de Buenos Aires.
Cuando terminaron la instalación de un módulo en la casa de Dana, conoció parte de su vida. Ella vive solo con su hija. Estaba tan agradecida porque admitió que vivió durante mucho tiempo con miedo a salir de su vivienda para ir al baño. Es que -contó- se había separado de su pareja por violencia de género y de noche hacían sus necesidades en un balde porque no se animaban a salir. Y se bañaban en el tacho donde toma agua su caballo.
Este año la organización cumple 7 años. “Todo comenzó porque un grupo de amigos vivieron la experiencia de visitar asentamientos que no tenían baños y sintieron que tenían que hacer algo”, relató Agustina y agregó que primero fue un proyecto puntual y luego tomó forma un espacio más ambicioso.
Ya construyeron 800 módulos en nueve provincias. “No queremos ser los únicos en hacerlo, invitamos a gente que conoce el territorio y la realidad de distintas localidades a trabajar juntos para construirlos. No podemos ser expertos en todo el país”, comentó.
Módulo Sanitario tiene dos modos de abordar la problemática. Uno es el proceso social. Existe un módulo que denominan “de emergencia” que se lleva adelante con voluntarios. Se realiza una encuesta a familias que demandan la ayuda, y luego un equipo las visita dos o tres veces para conocer su situación sanitaria y si pueden cumplir con requisitos que establecen desde la organización.
Agustina contó que los requisitos son que cuenten con un espacio para la construcción, que puedan abonar el 10 por ciento del valor del módulo sanitario, “que representa un esfuerzo, como lo es para la organización”. Además deben construir un pozo ciego calzado y con tapa para hacer la conexión cloacal.
Por otra parte, explicó que si se acerca una persona a la organización para involucrarse con la situación de una familia puntual, puede comprar el módulo prefabricado y estandarizado de fácil construcción. “Hacemos el apoyo técnico y viajamos si es necesario. En estos casos se terceriza el proceso social”, explicó.
Las historias que acompañan el camino de Módulo Sanitario son siempre impactantes. Hay personas -apunta Agustina- que tienen letrinas a 50 metros de distancia. O directamente no tienen. Es un foco de infección, es inseguro para las mujeres que se exponen a la intemperie, “y lamentablemente es una realidad que viven muchas personas”.
Durante 2021 participaron 1.250 voluntarios en un contexto complejo. Igual lo hicieron. Agustina contó que la pandemia les exigió encontrar otras formas para llegar a las familias. Por eso, armaron una campaña con kits de productos de higiene que se entregaron el 21 de marzo. Llegaron a 74 mil personas en más de 60 barrios. Contaron con mucha ayuda para poder hacer frente a una logística engorrosa. “Pero se hizo, y siempre vamos por más”, definió.
Escucha parte de la entrevista: