Con cautela la música comienza a impregnarse de nuevo en los pasillos de hospitales y geriátricos después del paso impiadoso y espeso de una nube negra que inició su invasión en marzo de 2020.
Música para el Alma es un proyecto solidario que cumplirá pronto 10 años, lo que equivale a 500 conciertos. Está integrado por músicos de orquestas sinfónicas y coros que acercan su actividad a hospitales, escuelas de educación especial, geriátricos e instituciones de bien público. Son magos que disuelven atmósferas de preocupación y tristeza.
El director del proyecto, el chelista Jorge Bergero, contó que la situación mejoró muchísimo aunque en algunos lugares todavía no pueden desplegar la actividad tal como se desarrollaba antes de la pandemia. “En el hospital Gutiérrez hicimos un concierto sinfónico coral en el patio, rodeados de personal, la directora, pacientes con sus familiares. Fue muy emocionante”, describió.
“Es que nos quedábamos inactivos o nos adaptábamos a la nueva realidad”, apuntó la destacada coreuta de Música para el Alma, Laura Delogu. Contó que volver al vivo -aunque sea en grupos chicos- fue una alegría inmensa, “la pandemia nos resignificó la profesión a todos. Yo canto desde los 10 años y fue la primera vez en 30 años que frené de ensayar. Fue muy raro”. Laura integra el Coro Polifónico Nacional.
El origen de Música para el Alma tiene como protagonista a Eugenia Rubio, una joven y talentosa flautista de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto. Ella eligió convertir una prolongada lucha contra el cáncer en un proyecto que llevara música a quienes atraviesan realidades difíciles. Eugenia, amiga de Laura y pareja de Jorge, falleció en 2011 y nutrió las raíces de una iniciativa solidaria que se expandió por el país y en otros como Uruguay, Chile, Perú, Colombia, Italia y Francia.
En cada paso que dan, asoman historias cubiertas de emoción. En el regreso a las presentaciones, concretamente en marzo de este año, en el hospital Garrahan, conocieron a Máximo, un niño rosarino que tenía turno para ser operado al día siguiente. Apenas escuchó el concierto, quedó fascinado con el piano. Luego de su operación, lo invitaron a un ensayo y le regalaron una remera de Música para el Alma. El enamoramiento musical fue instantáneo.
Jorge recordó también un concierto autogestionado que sumó a un grupo de músicos ya conformado. Fue un cuarteto de tango que hizo bailar a los residentes de un hogar para personas con discapacidad intelectual.
Agustín Benencia es el fotógrafo que retrata el camino de Música para el Alma y en una oportunidad describió qué sucede en cada presentación. “Cuando empieza, nadie entiende qué está pasando, y después terminan todos a los alaridos con los músicos. También cambian los espacios. Lo que es una sala de espera, se convierte en una sala de conciertos. Todo es una gran transformación”.
El cierre del 2021 fue imborrable para Laura porque se reencontró frente al público en la presentación de la Orquesta Sinfónica y el Coro Polifónico Nacional en el Centro Cultural Kirchner. La interpretación de la Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125 de Ludwig van Beethoven estuvo cargada de significado por su final, el “Himno a la Alegría”. La sala estaba llena, “no cabía un alfiler”. Y el aplauso final fue atronador. Un momento mágico y emocionante después de tantos teatros con butacas desiertas.
“Ya estamos de nuevo en el ruedo”, sintetiza feliz Laura y asegura que todo el equipo tiene muchas ganas de compartir el nuevo espectáculo. Ya imaginan la gira nacional que comenzará en en Misiones, en junio próximo. “En los próximos meses estaremos a full”, asegura Jorge con visible entusiasmo.
La música, por fin, vuelve a ingresar a los pasillos que embolsan momentos de profunda tristeza para transformarlos en algo mucho mejor. En eso único que deseaba Eugenia cuando hizo brotar este proyecto.