Chile enfrenta la peor escasez de agua en 60 años y las personas más afectadas son las que viven en los asentamientos informales.
Techo es una ONG que asiste a los habitantes de estos asentamientos y difundió que el 75,8% de los hogares no tiene acceso a agua potable ni a conexiones eléctricas seguras. En Antofagasta hay alrededor de 15.000 familias que viven en estas condiciones, con un aumento de 544% en los últimos 5 años.
Más allá de las distancias, el joven arquitecto neozelandés Henry Glogau se involucró en esta compleja realidad en el norte del país e ideó una original respuesta. Lo hizo en el marco de su maestría en Arquitectura y Ambientes Extremos.
Irene Planchuelo Gómez es la jefa de construcciones de la ONG Techo Chile y contó cómo fue el encuentro con Henry. Recordó que en octubre de 2019 el arquitecto y profesor de la Academia Real Danesa de Artes, Arquitectura, Diseño y Conservación de Copenhague, Tomás Chevalier se puso en contacto con la oficina de Techo Chile en Antofagasta.
Un mes después llegaron quince estudiantes para desarrollar proyectos con el propósito de solucionar problemas, como la falta de agua. “Debíamos conocer cuáles eran los desafíos climáticos y sociales de la comunidad. Y al mismo tiempo entender las oportunidades que ofrece Chile”, explicó Henry a Cambian el Mundo desde Copenhague.
Se preguntó entonces cómo podía aprovechar la abundancia de energía solar y el agua del mar.
Durante el mes que estuvo en el asentamiento Nueva Esperanza, Henry terminó de darle forma a un tragaluz de desalinización solar que ilumina una habitación mientras transforma el agua de mar en agua potable.
Irene la describió el artefacto como una cúpula que se ubica en el techo de la vivienda y posee un dispositivo con una batería que utiliza la sal del agua como energía y la desaliniza para consumo.
Henry explicó su funcionamiento. Durante el día, la energía solar separa el agua contaminada a través de la evaporación. El agua para consumo se ubica en la parte superior y se puede acceder a través de un grifo. Por su parte, la salmuera sobrante se utiliza para encender el LED a través de una batería que se carga con un mini panel solar.
Irene contó que el lugar donde trabajó Henry es un asentamiento informal con muchas familias, la mayoría son migrantes y no tienen acceso al agua, a la electricidad y a los sistemas de saneamiento. “Están en una situación de vulnerabilidad muy elevada”, apuntó.
La innovación tecnológica es importante, aseguró Henry, aunque a veces la respuesta está de una forma muy simple, «por eso tenemos que trabajar con las comunidades locales”. Dijo que es vital encontrar soluciones económicas para proporcionar agua potable a las comunidades menos favorecidas que son las que sienten primero los cimbronazos de la crisis climática.
Es consciente de que vivimos hoy en un mundo de grandes y fornidos desafíos, «como la producción de alimentos y el acceso a los recursos naturales». Y agregó convencido que para encontrar las respuestas debemos ir a las bases, a nuestras raíces.
Escucha parte de la entrevista radial