Premiado en el mundo por la protección de pingüinos advierte: “Los océanos están en problemas como nunca antes” 

El doctor en biología Pablo García Borboroglu destacó que durante mucho tiempo el océano fue tratado como un basurero y ahora se están viendo los efectos. El cambio climático, la polución marina –por petróleo o plásticos- y el mal manejo de las pesquerías comerciales son serios problemas para las aves marinas. “De las 18 especies de pingüinos, más de la mitad está amenazada”, señaló.

Tenía 3 años y su abuela, una puntana que llegó a la Patagonia en 1920, comenzó a construir en su imaginación el fascinante mundo de los pingüinos con fotos e historias. Para él, era algo tan lejano, remoto, como si le hablara de otro planeta. Muchos años después, en 2018, Pablo García Borboroglu recibió el premio “Whitley Gold Award” en reconocimiento a la trayectoria y contribución sobresaliente a la conservación por su trabajo mundial en ciencia y conservación en pingüinos y áreas protegidas la recordó. Se acordó de ella y un fuerte nudo abrazó su garganta, plena de emoción.

“Estar en contacto con los pingüinos es una terapia para mí, cuando tengo que tomar decisiones grandes, voy a las colonias. Me inspiran”, reconoció el investigador de CONICET y Fundador y Presidente de la Global Penguin Society. 2018 fue un año de emociones fuertes por el reconocimiento que recibió en Londres permitió divulgar con intensidad su trabajo en el mundo. Además, recibió un premio al liderazgo en conservación de National Geographic.

Pablo destaca que los pingüinos son excelentes indicadores de la salud del océano porque en el recorrido del océano a la tierra, surge información. Por ejemplo, si hay problemas de alimentación, derrame de petróleo, polución de plástico, o cambio climático. Según Borboroglu, esta evaluación abre una puerta importante para trabajar en la conservación oceánica.

“De las 18 especies de pingüinos, más de la mitad está amenazada. Te refleja que los océanos están en problemas como nunca antes en la historia de la humanidad”, observó con preocupación el biólogo y agregó que durante mucho tiempo se pensó que el océano era un basurero y que “por suerte de magia” se resolvía de alguna forma. “Ahora, con 7 billones de personas en el planeta estamos empezando a ver los problemas. Como una isla en el Pacífico que tiene el tamaño de Francia con plásticos flotantes”, contó Pablo y destacó que hay que dejar de usar los plásticos innecesarios, como sorbetes y bolsas de plástico, porque contaminan el ambiente y provoca la muerte de los animales.

Cuando se decide a ordenar las principales amenazas ambientales en el océano, Pablo elige tres por su relevancia. El cambio climático, la polución marina –por petróleo o plásticos- y el mal manejo de las pesquerías comerciales. Y en la tierra, el disturbio humano. “El pingüino no vuela porque vivió durante millones de años en islas del hemisferio sur en dónde no tenía predadores. Y el humano los llevó, como ratas, jabalíes, sarihuellas”, explicó.

La primera vez que Pablo se encontró con los pingüinos fue cuando tenía 19 años. Llegó a Punta Tombo, a 100 kilómetros al sur del valle inferior del río Chubut; una de las principales y más numerosas colonias continentales de cría del pingüino de Magallanes. Y la conexión fue mágica, definió. “Esta es mi misión, sentí que era lo mío y que tenía que hacer algo”, agregó. En ese momento, morían 40.000 pingüinos por año en la década del 80, a causa del petróleo. Junto con otros estudiantes de la carrera, se decidieron a lavarlos y ese trabajo llegó a la prensa que permitió visibilizar la problemática. Hoy sólo 50 mueren por año. “Esa fue una buena historia de conservación”, recordó.

El biólogo que nació en Mar del Plata y vive en Puerto Madryn admite que aprendió mucho de los pingüinos. “Son tan valientes”, definió y explicó que tienen el objetivo de construir su nido, proteger sus huevos, alimentar a sus pichones y lograr que sobrevivan contra viento y marea. “Están tan enfocados en ese trabajo, son tan fieles a esa convicción. Los admiro. Me dan coraje”.

 

(Foto Facebook Pablo García Borboroglu)