Su vida cambió cuando se encontró con Ernesto.
Diego Blas es tucumano y creador de Ernibike, un emprendimiento inspirado en la vida de Ernesto Aráoz, un niño con parálisis cerebral.
Se conocieron cuando Diego estudiaba ingeniería industrial en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta), justo en tiempos de definición de su tesis final. “Vi su vida tan sacrificada en muchos aspectos y me puse a pensar qué hacer”, recordó. Siempre disfrutó de la especial combinación de bicis y niños.
Decidió entonces generar un proyecto que permitiera a Ernesto pedalear, ya que no podía controlar el movimiento de sus extremidades. Así nació nació la bicicleta terapéutica que permite el proceso de rehabilitación de personas con discapacidad física o intelectual.
“Trae múltiples beneficios para su cuerpo, disfrazado de un momento recreativo, hermoso, inclusivo, que lo llena de alegría y eleva su autoestima”, comentó.
La bici de Diego y Ernesto cuenta con dos cajas pedaleras, una para el tutor -en la parte de atrás- y otra para la persona que tiene alguna afección física, como parálisis cerebral o ceguera, y se ubica en una silla postural en la parte de adelante. Los pedales se activan a un ritmo más lento cuando inicia su acompañante el pedaleo.
Cuando Diego finalmente se recibió, llevó la bicicleta creada para la tesis al acto con el objetivo de entregársela a Ernesto que fue acompañado de familiares y amigos. La probaron en los pasillos de la facultad y mientras esto sucedía, los asistentes tomaron fotos y grabaron videos. Al día siguiente, la vida de Diego ya se había transformado.
Todo el proceso fue increíble.“Los videos y las fotos estaban en las redes sociales. Tenía muchísimas solicitudes de amistad de todo el mundo. Me preguntaban dónde se fabricaban las bicicletas”, recordó el emprendedor tucumano. Ese fue el primer paso para darle vida a un emprendimiento que logró la producción en serie y hoy exporta unidades a todo el mundo.
Sin embargo, el recorrido no fue sencillo. Cuando empezó, Diego no contaba con los fondos necesarios para hacer realidad el proyecto, solo tenía el prototipo. El tiempo pasaba y las familias que se habían interesado en el proyecto comenzaron a fastidiarse. “Me decían que no podían seguir esperando, que había creado algo que ellos necesitaban y que lo iban a fabricar donde sea”.
Entonces sintió que debía encontrar un camino alternativo para la financiación. Se puso en contacto con las 200 personas que le habían transmitido el deseo de obtener la bicicleta y les describió la compleja situación. Les propuso que pagaran la bicicleta por adelantado. 10 personas aceptaron y depositaron su valor.
Con el dinero reunido, Diego puedo comprar las herramientas imprescindibles y los materiales a plazo. Cuando entregó las bicicletas comenzaron a multiplicarse los pedidos. Debió entonces sumar personal ante el nuevo y auspicioso panorama. “Se armó un gran equipo. Todos tienen un gran corazón, ese es el denominador común”, definió.
Hoy ya son miles de bicis entregadas con un precio solidario. “Mejora las articulaciones, normaliza el tránsito intestinal, la piel, rehabilita pulmones, normaliza la circulación sanguínea y eso trae múltiples beneficios”, destacó. También se eliminan los dolores por contracturas musculares por el pedaleo.
“Este invento maravilloso nos cambió la vida”, contó Claudia, la mamá de Ernesto en una entrevista para la CNN. Sobre el trabajo de Diego, definió que lo más importante fue “la ingeniería de la felicidad que creó para miles de personas”.