Mariana González miró alrededor, parada en su cocina, y decidió que no podía convivir con tanto plástico. Bolsas, papel film y otras creaciones plásticas integraban un decorado contrario a sus convicciones. Por eso creó Chilca.
El proyecto fue uno de los 30 seleccionados en el concurso Emprendedores de Río Negro que organiza el Banco Patagonia y la fundación Nobleza Obliga.
Mariana es nutricionista, vive en Choele Choel, una localidad del Valle Medio de Río Negro. “Chilca surgió de buscar opciones para reducir la huella. Fue primero una solución para desplastificar mi cocina y generar un nuevo hábito”, contó y agregó que su hermano fue protagonista de la solución porque es apicultor y la cera es una pieza fundamental del proyecto.
Compra la cera de abeja de los apicultores del Valle Medio, la limpia, le quita algunas impurezas para luego aplicarla dentro de los envoltorios. “Son telas de algodón que están estampadas por diseños propios a través de la serigrafía y eso tiene un impacto mucho menor en el medio ambiente que si elegimos telas de la industria textil con muchas tintas”, explicó.
Las telas se cortan en la medida de los envoltorios y son impregnadas con la cera de abeja de opérculo que, según Mariana, es una cera pura que brinda un aroma especial, ‘a naturaleza’. Y además se agrega aceite de jojoba orgánico y resino de pino.
“Llama la atención de los chicos ver un alimento envuelto en un paño, aunque es una técnica que se utilizaba hace muchos años. Después llegó el plástico que es todo lo que no está bien”
La emprendedora choelense destaca también que una característica valiosa de Chilca es que permite que los alimentos duren más y eso genera un beneficio ambiental porque evita el desperdicio. Explicó que la cera de abeja tiene propiedades antibacterianas que permiten que el alimento respire, entonces su frescura se mantiene por más tiempo.
Estos envoltorios son reutilizables. Se lavan con agua fría y se puede volver a usar, duran de 8 meses a un año si se tienen algunos cuidados.
“Llama la atención de los chicos ver un alimento envuelto en un paño, aunque es una técnica que se utilizaba hace muchos años. Se enceraban telas y se mantenían frescos los alimentos. Después llegó el plástico que es todo lo que no está bien”, apuntó.
Mariana demoró un año en lograr el producto final. Hizo muchas pruebas porque buscó siempre que el proceso fuera natural. La elección del nombre, Chilca, es a raíz de una planta que crece en el Valle Medio y que encanta a las abejas.
La producción no es considerable aún porque el trabajo está hecho a mano y se cuida mucho su recorrido.
Se pueden envolver frutas, verduras, pan, quesos, hierbas o cubrir platos, bowls o fuentes utilizando el calor de las manos, para activar su adherencia.También congelar o llevar a la heladera. No son aptos para carnes ni huevos.
Sobre la inserción del producto en la sociedad, dijo que detectó un interés inmediato en las personas de entre 20 y 30 años porque eligen opciones amigables con el medio ambiente; “pero después me sorprendí en las ferias que participio porque me encontré con mujeres mayores que les gustó mucho y me decían ‘algo puedo aportar’. Es una satisfacción”.