Juan Andrés Balogh vive en Viedma y, como sucede tantas veces, una crisis moldeó un emprendimiento exitoso.
Su creación, Forrajetecnol, fabrica módulos para generar forraje verde hidropónico. Fue una de las 30 iniciativas seleccionadas en Emprendedores de Río Negro, el programa que organiza la fundación Nobleza Obliga.
El desarrollo produce biomasa vegetal sin utilizar suelo ni fertilizantes, a partir de la germinación de semillas de cereales como cebada, trigo, maíz, avena y sorgo. Esta masa forrajera tiene un alto valor nutritivo y se puede consumir al 100 por ciento, ya que tiene una buena digestibilidad para los animales.
Juan es productor, estudia Comercio Exterior, y tiene una chacra sobre el río Negro. En 2021 sufrió los implacables efectos de una sequía que dificultó mucho la alimentación de sus animales. Compraba fardos pero no era suficiente porque lo que quedaba ante tanta demanda era de mala calidad.
Contó que puso una bomba en el río pero el forraje no nace solo y no tenía tiempo para esperar. Entonces imaginó distintas alternativas. “Probé con el forraje verde hidropónico y los resultados se dieron enseguida. A los diez días ya estaba alimentando a mis animales”, destacó.
Explicó que consiste en cultivar biomasa vegetal de alta calidad nutricional en estado de germinación y crecimiento temprano en condiciones hidropónicas. Consiste en una forma sostenible en la producción agrícola.
Su emprendimiento empezó con 40 bandejas que permitió alimentar a 50 ovinos durante un año. Mejoró el tema de la parición y la calidad de la lana. “No lo podíamos creer. Hicimos análisis del forraje y vimos que la proteína bruta era de casi el 25% cuando un ternero precoz necesita 18%”, explicó y agregó que con 500 gramos por día para el ovino, además de cualquier fibra que consiga en el campo, es suficiente. No necesita más.
Un punto clave de este desarrollo fue cuando decidieron aplicar la tecnología. Eso mejoró mucho el proceso porque pudieron establecer los parámetros de temperatura y humedad para utilizar muy poca agua en el riego. Destacó que usa apenas el 2% del agua de riego por inundación.
Juan está fabricando en el módulo entre 150 y 180 kilos por día de forraje y consume 200 litros de agua cada dos semanas. Explicó que el sistema de riego es vertical y por su caída se puede aprovechar mejor el agua.
“Este proyecto nació a partir de investigar sobre circuitos pecuarios que sean favorables en un escenario en donde el cambio climático propone nuevos desafíos sobre todo para la producción agropecuaria”, reflexionó Balogh.
El emprendedor viedmense está orgulloso. Esta tecnología permite generar alimento para el ganado de forma vertical, sin tierra y con menor consumo de agua, concentrando nutrientes para los animales. Con un espacio de 200 metros cuadrados, se puede obtener una cantidad de forraje similar al que se produciría en 40 hectáreas de tierra cultivada.
Juan dice que el próximo paso es incluir energía renovable en el proyecto. “Hace dos años que no uso el tractor”, dijo sonriente, porque ya no necesita trabajar la tierra. Eso sí, el mapa agrietado de sus manos muestran otro tiempo.