Irma de la Parra es diseñadora de modas, tiene su taller en Ciudad de México y su historia recorrió el mundo. Entre tantos retratos de la asfixiante pandemia, ella se encontró con uno que la empujó a tomar la decisión de hacer algo con sus manos que pudiera calmar algo del inmenso dolor.
La idea se empezó a hilvanar después de la muerte de un amigo muy querido de la familia. “Entró al hospital y ni su familia ni nadie lo volvió a ver, eso se me hizo demasiado triste”, contó. Fue un impacto terrible. Y a partir de ese momento, imaginó los ositos de tela con las prendas de personas que murieron por Covid-19.
Creó el primero, lo subieron a las redes sociales y muchas personas se pusieron inmediatamente en contacto. “Les pedimos que saniticen las prendas y nosotros hacemos el diseño, son todos distintos”, explicó. El proceso no es simple porque Irma se encuentra con fuertes emociones. Lloran, dice, aunque también se ponen contentos, y siempre se descubre una sonrisa entre tanta tristeza.
“Nos agradecen mucho porque gracias al osito sienten más cerca al familiar que se fue. Y lo pueden abrazar, sentir un poco”, describe Irma con especial calidez.
Se encuentran en un punto medio con las prendas. Las personas cuentan sus historias, y a veces es demasiado triste. “Lo hacemos con mucho cariño porque es algo muy preciado para ellos”, explicó y agregó que mandan a bendecir sus manos. Para ella, es tan importante que la gente se sienta feliz por un ratito, “por eso seguimos trabajando”.
“Lo hacemos con mucho cariño porque es algo muy preciado para ellos”, explicó Irma
Irma tiene hoy mucha demanda. Empezaron el 27 de enero y ya entregaron 300 ositos, además de los que aún se están confeccionando en el taller. Con ella trabaja una señora que lo hace 15 años, también su hija que está a cargo de las redes sociales y la recolección de recolección de prendas. Su hermana ayuda a cocer a mano.
Cuando está haciendo un osito, piensa primero cuándo terminará esta enfermedad, “y también pienso que mañana voy a trabajar con mucho gusto para hacer felices a las personas, esa es nuestra meta en el taller”. Los sentimientos son encontrados, se mezcla la tristeza y la satisfacción por ayudar a otros.
Entre tantas historias, hubo una que la conmovió especialmente a Irma. Una señora trajo una remera de su hijo que falleció por Covid-19. “Vino a buscar su osito, y fue desesperante porque lloraba mucho, estaba muy mal”, recordó y, mientras lo hace, su voz se va resquebrajando. Cuando lo recibió, admitió que funciona una terapia.
A raíz de la pandemia, mucha gente se quedó sin trabajo. Esta idea les permite seguir activas con un precio económico para que todas las personas puedan adquirirlo. Antes, Irma y su equipo de trabajo hacían guardapolvos para maestras de centros de desarrollo infantil.
“Nuestra meta es que se sientan un poco cerca de su familiar que murió”, definió la diseñadora y admitió que nunca imaginó que su idea iba a llegar tan lejos.
Foto de portada: Andrea Murcia – Cuartoscuro
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