Karsten, Georg y Moritz eligieron Vietnam para celebrar la graduación de Karsten en la facultad de Derecho. El departamento que alquilaron se ubicaba frente al río Mekong y fue impactante para ellos encontrarse de inmediato con una espectacular contaminación plástica que tapiza de forma constante el agua. Luego de ser testigos de esa escena, decidieron ocuparse.
El impulso de los jóvenes creó en 2019 la empresa social alemana Plastic Fischer, una de las primeras compañías del mundo que aborda la contaminación por plásticos en los ríos. El área de trabajo es clave porque el 80% del plástico en los océanos procede de ríos, desagües y costas.
Christian Lombardi es venezolano, hace 15 años vive en Londres y es el Marketing Manager de Plastic Fischer. Trabaja desde los primeros pasos de la iniciativa. “Tenemos un ángulo comprensivo sobre la contaminación en los ríos. Nuestro objetivo es capturar el plástico que llega a los océanos y para eso inventamos un sistema de barreras que son auto regulables con las corrientes”, señaló y destacó que esa tecnología es básica y de bajo presupuesto. La idea es que se pueda aplicar en cualquier país.
Christian contó que el sistema que propone Plastic Fischer emplea a personas de la zona a tiempo completo y ofrece salarios justos. Las tareas se realizan hoy principalmente en India e Indonesia.
Contó que los fundadores se mudaron a Bandung, cerca del río Citarum -situado al oeste de la isla de Java en Indonesia- que está considerado el más contaminado del mundo con niveles peligrosos. Estuvieron 6 meses ideando el prototipo de tecnología que pudiera lidiar con este nivel de contaminación plástica.
Durante la pandemia perfeccionaron ese primer ensayo con la intención de lograr una receta que pueda multiplicar las barreras flotantes. Hoy comparten los planos y manuales de construcción de las barreras flotantes en código abierto en su página web.
Instalar la barrera es el primer paso de un trabajo que tiene varios eslabones. Hay que cuidar las estructuras y recoger el material plástico. “Es un trabajo que se hace con otras organizaciones y municipios para mantener los sistemas funcionando de forma correcta”, apuntó Christian y mencionó que, además, hay que estar preparados para los momentos en los que suceden las inundaciones.
La organización de Plastic Fischer genera espacios en los que se divide el material recolectado, entre reciclables, orgánicos, vidrios. En los ríos se encuentra todo tipo de material flotando, asegura Christian. El paisajes es aún más complejo en las ciudades que no tienen sistema de recolección de residuos. La gente aprovecha entonces estos lugares generados por la empresa social.
“Esta experiencia cambió mi perspectiva sobre cómo veo el mundo. Hoy tengo un enfoque medioambiental en mi trabajo de videografía y fotografía”, admitió.
La batalla contra la contaminación plástica está empezando y es una tarea muy ardua. Entre 8 y 12 millones de toneladas métricas de contaminación plástica ingresan a los océanos cada año. “En los lugares donde operamos, quitas la parte superior y hay cinco capas más de plásticos”, contó y señaló que en muchos países no es una prioridad invertir en soluciones. De hecho, muchas personas no entienden la emergencia que tiene la contaminación plástica.
Según la Organización de las Naciones Unidas anualmente se producen más de 400 millones de toneladas de plástico en el mundo y sólo el nueve por ciento de estos desperdicios son reciclados.
“Sabemos que tenemos que expandir esta tarea 100 o 200 veces más para ver un cambio real y de inmediato nos preguntamos: ¿Cómo lo logramos?”. Plastic Fisher comenzó con dos personas en su equipo de trabajo y hoy son 70. Christian contó que ya tienen un plan para expandirse a cinco nuevas ciudades durante el 2025. «El desafío es constante», definió.