Plato Lleno: rescatan 5 millones de kilos de alimentos para distribuir en comedores 

Dos realidades demandan un puente. En un lado, están los alimentos con destino de desperdicio; y por el otro, niños y niñas que buscan en comedores respuestas a las necesidades más básicas. 

Laura Gancedo es una de las coordinadoras de Plato Lleno, una organización social que comenzó a funcionar en 2013 bajo la consigna: “la comida no se tira”. Se ocupan de rescatar alimentos en buen estado que por algún motivo salen de la cadena de comercialización. Y luego son entregados de forma totalmente gratuita en comedores comunitarios.

El impulso para darle vida al proyecto fue el asombro que les provocó a Laura y sus amigos, que organizaban eventos, la cantidad de alimentos que terminaban en la basura. 

La organización se expandió a otros países como Bolivia y Brasil.

Ante esta impactante escena, Laura propuso a las empresas de catering hacerse cargo del alimento y llevarlo a comedores manteniendo el anonimato. Luego llegaron otras empresas y comercializadores que, por distintos motivos, como el corto vencimiento o fallas en el packaging, debían desechar los alimentos. Esa eliminación -apuntó Laura- tiene un costo económico para la empresa. 

“La acción que llevamos adelante es en conjunto con quienes tienen los alimentos, Plato Lleno y los comedores”, sintetizó y agregó que rescataron ya 5.000.000  de kilos de alimentos desde el primer día de trabajo de la organización. Este modelo se desarrolla también en Bolivia, Uruguay y Brasil. 

Laura dice que con el paso del tiempo y la acumulación de experiencias fueron cambiando algunos enfoques y criterios. “Antes, entendíamos el aporte de las empresas como una donación de alimentos. Luego, comprendimos que -en realidad- nosotros estamos brindando un servicio de rescate. Y también dejamos de ver al comedor como al pobre que recibe alimentos, sino como el aliado que está aprovechando eso”, comentó. 

Laura Gancedo, coordinadora de Plato Lleno

La experiencia para los comedores es enriquecedora porque, además de dar una respuesta social, los chicos y chicas reciben alimentos que nunca probaron. Los que, por ejemplo, sobraron de un evento. Reciben de todo y -destaca Laura- «hacen maravillas».

Las empresas, como supermercados, tienen grandes excedentes por el corto vencimiento. Productos que vencen en 5 o 10 días y ya no pueden comercializarlos pero en los comedores se aprovecha en uno o dos días por la cantidad de chicos. También se descartan alimentos por cuestiones estéticas. Laura contó que el servicio de catering debe hacer un 5% más para un evento porque no puede quedarse sin comida. Entonces, en un evento de 300 personas, hay un mínimo de 20 kilos de alimentos para rescatar. 

La coordinadora de Plato Lleno recordó el día en el que que fueron convocados para un evento de 9.000 personas, al que faltaron 3.000. En esa noche se rescataron 2.000 kilos de comida. 

Todos los voluntarios hacen el curso de manipulación de alimentos.

Recordó que en 2019 participaron de los debates en el Senado para que se apruebe el artículo 9 de la Ley Donal para que la persona que entrega el alimento quede liberado de responsabilidad por los daños y perjuicios que pudieran producirse. “Eso nos ayudó. Por eso, desde 2013 trabajamos desde el anonimato. Nosotros somos los responsables”, enfatizó y agregó que todos los rescatistas -hoy cuentan con 50 voluntarios- hacen el curso de manipulación de alimentos. 

Diego Nunes es otro de los coordinadores de Plato Lleno. En una entrevista televisiva dijo que espera que en algún momento la organización no sea necesaria porque, en definitiva, son “una solución a un problema sistémico que tiene la forma de consumo”. Mientras las cosas no cambien, seguirán colaborando para reducir el desperdicio de alimentos.

Laura recuerda con nitidez los primeros rescates. Había tanta comida. Cuando observa el camino recorrido, se siente orgullosa de haber convertido esa agria impresión que tuvo cuando vio cómo se tiraba comida a la basura en una acción concreta y coordinada para evitarlo.  “Es una satisfacción enorme ver que esa gran cantidad de comida se puede aprovechar”, aseguró.