Por Lorena Direnzo
Cuando se desató el incendio en el paraje rural de Mallín Ahogado, a unos 15 kilómetros del centro de El Bolsón, los hermanos Tabaré y Nelson Daniel salieron a gran velocidad de Lago Puelo donde viven para dirigirse a la chacra donde residían sus abuelos, camino al refugio Lago Natación. Durante tres días intentaron salvar lo que se pudiera, pero los terminó encerrando el fuego y debieron abandonar el lugar. «Teníamos una casita y una forestación. Los animales eran de un vecino de ahí cerca al que le dejábamos pastorear. Pero el fuego arrasó con todo y no tuvimos chance de salvar nada», lamenta Tabaré.
Al día siguiente, sin embargo, este veterinario no dudó en sumarse a un grupo de colegas voluntarios para atender a los animales afectados durante el siniestro.
El incendio en El Bolsón comenzó el 30 de enero pasado y desde entonces, 3.700 hectáreas fueron consumidas por las llamas. El Área Natural Protegida Río Azul-Lago Escondido (Anprale) permanece cerrada hasta nuevo aviso ya que se afectó el 40% de su superficie.

«Desgraciadamente, esto no es la primera vez que pasa. De modo que ya teníamos un trabajo articulado con instituciones y los colegas para dar una mano», comenta este hombre de 41 años que estudió veterinaria en la Universidad Nacional de La Plata, está especializado en los animales de producción -en caballos principalmente- y desde hace 15 años, trabaja en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) en Chubut.
Este grupo de veterinarios ya venían de trabajar en el incendio de interfase en Epuyén que, dos semanas antes, había arrasado con más de 3.000 hectáreas de bosque, provocando la evacuación de más de 200 viviendas y dejando 50 completamente destruidas.
Pero más allá de estos incidentes recientes, la organización de veterinarios solidarios nació de otra catástrofe: el incendio en Las Golondrinas y El Hoyo el 9 de marzo de 2021 en el que murieron tres personas y se dañaron 605 viviendas. En ese momento, de inmediato, los veterinarios se pusieron a disposición ya que ante la emergencia, la salud de las mascotas pasaba a un segundo plano.

«Hubo una cantidad de mascotas y animales de producción afectados en pocas horas. Espontáneamente, a partir de eso nos juntamos entre colegas que nos conocemos de la Comarca para ayudar. Se armó un puesto con un gazebo en la ruta para que la gente pudiera acceder fácilmente», detalla.
Agrega que son alrededor de 40 veterinarios que participan activamente en la atención primaria. Muchos profesionales son de la Comarca Andina, de Buenos Aires e integrantes de los círculos de veterinarios del noroeste de Chubut y Río Negro que «siempre prestan ayuda durante estas contingencias, nos dan una mano enorme».
«Inicialmente, empecé trabajando con caballos y después la vida me fue llevando hacia otros caminos y comencé a trabajar en Inta que tiene mucha actividad en terreno».
Una vez más, en el incendio de El Bolsón se toparon con varias situaciones extremas. Tabaré recuerda el caso de la chacra de Mario Inalef, un productor rural, de unas 30 hectáreas que resultó devastada por el incendio. Varios de sus animales resultaron heridos porque en medio de la emergencia, el hombre intentaba, como podía, combatir los focos de fuego.

«Con la ceniza, el suelo queda caliente y los productores no solo debían hacer frente a curar a sus animales sino también a rearmar sus instalaciones para contenerlos y que no se les dispersen. Hay muchos productores en la cordillera que aun no pueden juntar a sus animales», relata Tabaré y agrega que «en pleno incendio, al pisar el terreno, se derrite la suela. De modo que si intentás mover esos animales sobre ese rescoldo, los terminas lastimando más. Muchos productores aun no saben cuáles son sus pérdidas».
Distribución de roles
En el incendio de El Bolsón, los veterinarios decidieron asumir distintos roles en la atención para «darle una lógica a las voluntades». Uno, por ejemplo, se encarga de hacer una grilla de disponibilidad de los distintos veterinarios; otros profesionales se reparten el trabajo: hay quienes se abocan a la atención de las mascotas, mientras que otros salen al campo a atender «animales de producción» y granja.
«El abordaje, la manipulación es distinta, de modo que nos separamos entre animales grandes y pequeños para que la atención sea más efectiva. Hay otra colega que se encarga de las necesidades de insumos de farmacia y los descartables y otra que se encarga de administrar las donaciones lo que nos ayuda mucho porque no tenemos que poner la cabeza en los faltantes de stock», indica Tabaré que se focaliza en los animales de producción.

Este veterinario considera que conocer el terreno resulta fundamental para conocer cuáles pueden ser los sectores y productores afectados. También trabajan con el boca en boca ya que «la gente se entera que estamos trabajando y van cayendo casos de quemaduras y lesiones».
La mayoría de las lesiones más comunes en estos días son las quemaduras especialmente en las patas. Pero cuando el animal ya no aguanta estar en pie por el dolor, se suele echar quemándose el vientre y las ubres en el caso de las ovejas, las vacas y las chanchas.
Animales, en segundo plano
Ante la proximidad del fuego, la gente intenta resistir hasta el final en su vivienda con la esperanza de sortear las llamas. «Estamos ante situaciones drásticas en las que muchas personas han perdido su vivienda, su forma de vida. Es lógico que las personas deban atender esa situación de necesidades básicas. Por eso, quisimos dar una mano en esas situaciones dentro de toda la amargura y dolor. Y es gratificante saber que se puede dar una mano», advierte Tabaré.
En la atención primaria, cuenta, se evalúa el paciente, se determina el grado de gravedad y a partir de eso, se define qué tratamientos se deben llevar adelante. «Hay pacientes que necesitan internación; otros solo atención en el campo y tratamiento ambulatorio. Pero de todos modos, requieren acompañamiento y seguimiento a mediano plazo por las curaciones. Es traumático para los pacientes y sus dueños que también requieren contención», expresa.
Por otro lado, los veterinarios intentan contener las infecciones que suelen ser frecuentes después de las quemaduras: el cuidado con antiinflamatorios y analgésicos para el manejo del dolor.
También resulta importante el trabajo de los voluntarios que rescatan perros y gatos que lograron escapar del horror. A través de las redes sociales, muchos de sus dueños han vuelto a encontrarlos.

Ante este siniestro, Federico Borstelmann, un diseñador gráfico de La Plata, junto a otros dos programadores, creó My Pets Patagonia, una plataforma gratuita que permite a los dueños publicar fotos e información de sus mascotas perdidas a fin de lograr el reencuentro. La app funciona desde hace tiempo y ya generó más de 3.000 reencuentros, pero ahora, le agregaron las mascotas perdidas a partir del incendio: ya se hicieron 34 publicaciones y 14 se reencontraron con sus familias.
Otro esfuerzo solidario fue el de la Fundación Planeta Vivo que viajó desde Buenos Aires para brindar asistencia veterinaria a los animales afectados por los incendios. Trasladó una carpa sanitaria equipada, insumos veterinarios y herramientas para el rescate y traslado de animales.
Ante la emergencia, los veterinarios de la región no llevan la cuenta de cuántos casos han atendido hasta el momento. Suponen que con el tiempo, podrán mapear a los productores afectados.