Viñuales: «Necesitamos una economía que haga las paces con la naturaleza»

“Deberíamos recuperar el pensamiento a largo plazo”, reflexiona convencido el sociólogo español Víctor Viñuales. Y menciona el ejemplo de una confederación de cinco tribus de Estados Unidos, los iroqueses. Tenían un consejo de ancianos que evaluaba cómo las decisiones actuales podían impactar en las siguientes siete generaciones.

Víctor se ha especializado en temas de sostenibilidad, desarrollo humano y cooperación internacional. Considera que estamos parados en un mundo complicado y hace un silencio. “Se están acumulando las crisis y los problemas. Estamos viviendo las consecuencias de una economía que ha estado librando una guerra suicida contra la naturaleza”, opinó en el programa radial Pausa, que conduce Vivian “Lulú” Mathis. Y agregó que cuanto mejor le va a los indicadores económicos, peor a la naturaleza y «eso es desastroso”.

El cofundador y director ejecutivo de la fundación Ecología y Desarrollo observa que estamos viendo las consecuencias de la falta de respeto hacia la naturaleza y la crisis climática es uno de los síntomas más importantes. Señala que hemos hecho algo inaudito: destrozamos el clima. “Y ahora nos toca rehacerlo, parece una tarea de dioses”, reflexionó.

Para Viñuales, sin sostenibilidad no hay futuro para las empresas.

En este contexto desafiante, es necesario un esfuerzo de concentración de voluntades y cooperación entre los habitantes del planeta. El panorama no es alentador, acota Viñuales, considerando que se trata de un mundo atravesado por 56 conflictos bélicos que involucran a 90 países. Y no solo eso, “además surgen los discursos de odio. Es un momento muy complicado en el que tenemos que derrochar talento y coraje para salir de ahí”. 

Una respuesta a este cúmulo de desafíos es la creación de los consejos del futuro que trabajan en revisar de qué forma pueden las acciones de hoy impactar en las próximas generaciones. “Estamos expropiando el futuro y eso es muy grave”, apuntó. Existen defensores del pueblo en distintas localidades pero quién se ocupa de las generaciones que vienen y no pueden defenderse, reflexionó. Hoy funciona un consejo del futuro en Gales, Reino Unido.

Para Víctor es esencial recuperar el pensamiento catedral y explica: “los que hacían catedrales sabían que no la iban a inaugurar. Y ahora estamos imbuidos en un pensamiento de corto plazo, personal e institucionalmente. En la administración pública se piensa, como mucho, en cuatro años”.

Las migraciones climáticas se dan hoy en muchos países, pero los más afectados son los del Sur global. Foto: Ecodes

Una pregunta inevitable es por qué nos cuesta tanto la cooperación para afrontar estos complejos desafíos ambientales. Para Víctor, hay una acumulación de causas. En principio, ha gente que tiene intereses económicos para que no exista tal cooperación. “Hay también mucha inercia. Y la diversidad que existe en el mundo no se percibe como riqueza, sino como una amenaza”, comentó y agregó que esto significa que falta fraternidad. Solo tenemos una atmósfera y un océano; “estamos fracasando en la gestión de los bienes comunes globales”. 

Nuestro pensamiento -continúa el sociólogo- construye realidad y ese cambio mental prefigura y antecede al cambio real. Por eso es importante creer que este es un cambio que se puede provocar. Es imperioso cambiar nuestras leyes, tecnologías, hábitos, y las formas de ver las cosas.

Víctor vive en Zaragoza y admite que existe una pregunta que lo intranquiliza muy seguido y que le cuesta responder. Lo desasosiega mucho imaginar el mundo en el que van a vivir sus hijas y nietos. 

El sociólogo dice que se necesita coraje y empatía para afrontar el desafío medioambiental.

Deberíamos ser buenos antecesores, piensa Víctor. Esto significa dejar un mundo al menos igual al que recibimos y no lo estamos haciendo bien. «La gente que viva en 2100 se preguntará por qué hicimos esto. Y no podemos alegar ignorancia. En la Cumbre de Río de Janeiro de 1992 ya se sabía lo que estaba pasando con la naturaleza y el desarrollo económico. Se planteó lo que teníamos que hacer. Y desde esa fecha hemos emitido la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial. No vamos a tener perdón», se lamenta.

La tarea de la fundación que fundó, Ecología y Desarrollo comenzó en 1992. La idea inicial fue contribuir a encontrar una economía que fuera buena para la naturaleza y las personas. El campo de acción se fue expandiendo con el paso de los años. “Siempre tuvimos la misión de encontrar cómplices para construir alianzas para la transición”, apuntó y mencionó que si bien la desesperanza es un signo de estos tiempos, “nunca hubo tanta gente convencida de que sí o sí este es el momento de construir una economía que haga las paces con la naturaleza, con los otros y con la gente que nacerá mañana”.