“No sé si soy un médico que ejerce de artistas o un artista que, para sobrevivir, hace de médico”, se define Harry Marin Vahos junto a una amplia risa contagiosa desde una oficina en Medellín.
Sus maestros siempre le dijeron que el hombre que solo sabe de medicina, ni de medicina sabe. Y esa idea se convirtió en una guía para él.
Algo se encendió en Harry cuando la pandemia mostró sus primeras imágenes y se encontró con una señora muy mayor con sus manos temblorosas haciendo tapabocas. Entonces sintió que debía hacer algo. Sabía que, por ser médico y artista, podía levantar puentes entre la razón y la emoción.
Durante los primeros trancos de la enfermedad, Harry se encontró con personal de salud que aseguraba que la Covid-19 se trataba de solo una gripe. “Pero esta gente no entiende nada”, pensó y se preocupó porque en la especialización que hizo, de medicina aeroespacial, había estudiado mucho la distribución de pandemias y epidemias. Entonces pensó que la mejor forma era explicar las medidas de protección básica como si estuvieran destinadas a niños y niñas de 5 años.
Fue entonces que le dio vida al títere del coronavirus, entre otros personajes que circularon por YouTube. “Entendí que nadie había visto al virus”, reflexionó y agregó que era necesario caracterizarlo para que dejara de ser un ente abstracto. Fue darle un rostro y una voz.
El resultado de la experiencia fue exitosa, padres y madres pidieron más videos. Los chicos y chicas aprendieron los diálogos y aprehendieron rápidamente los cuidados de usar el tapabocas y el lavado de manos. Entre tantos elogios, hubo un comentario que fue impactante. “Un padre me dijo que su hijo pasaba toda la noche con pesadillas y que, a partir de los videos, pudo empezar a dormir sin problemas. Duré dos semanas caminando por las nubes y cuando lo recuerdo, me emociono. Es que lo más importante era cambiar el pánico por la conciencia”.
“Un padre me dijo que su hijo pasaba toda la noche con pesadillas y que, a partir de los videos, pudo empezar a dormir sin problemas»
Un tema relevante a tener en cuenta en el territorio de la pandemia es, según Harry, «que, en general, somos poco tolerantes a la incertidumbre”. Los científicos, en cambio, desarrollan una alta tolerancia a la falta de certeza. La gente necesita cosas ciertas, “entendemos la realidad a partir de una narrativa».
«Por eso, mi trabajo fue buscar la forma de explicar esas cosas que parecen desconectadas a través de micro historias”.
La medicina narrativa es un movimiento que vincula la teoría narrativa con la medicina. Busca -apunta Harry- la humanización de los servicios de salud y entender la enfermedad no como el centro, sino como un capítulo más dentro de la experiencia de las personas.
El médico y artista está convencido de que nada está afuera del contexto cultural. Durante la campaña de vacunación hizo una investigación y descifró -luego de recoger muchos testimonios- que la gente cree en cadenas de WhatsApp o Facebook, y las personas que conocen durante toda su vida son más importantes que cualquier autoridad médica o institución. Por eso, consideró importante detectar cuales son las personas influyentes y hacerlos protagonistas de la información correcta.
Harry vuelve a recordar a la mujer que confeccionaba tapabocas con inmensa dificultad por el temblor de sus manos. «En ese momento me pregunté qué se hacer. A veces nos quejamos mucho. Y estoy convencido de algo, cada uno de nosotros es más poderoso de lo que cree».
Escuchá a Harry en la entrevista radial
«Quise llevar esperanza»: enfermero cuenta en un libro la lucha contra el coronavirus