La enfermera escuchó y reunió durante años reflexiones de pacientes consciente de que faltaba poco para el fin de sus vidas. Ante la pregunta sobre qué hubieran hecho diferente, la mayoría respondió: “haber vivido en mis propios términos”. Esa idea se repite mucho.
Marina Díaz Ibarra se detiene de su vertiginosa y apasionante cotidianidad para hablar desde México de su libro, Un mundo sin jefes.«Esa historia de la enfermera me impactó mucho», admitió.
Marina nació en Buenos Aires, es economista y trabajó para marcas como Nike y Under Armour, hasta su regreso a Latinoamérica para asumir su desafiante rol de country manager en Mercado Libre. Esa experiencia fue determinante para tomar distancia de su trajín laboral, respirar y repensar su camino.
“El libro lo escribí porque necesité poner en palabras mi experiencia. Tenía trabajos soñados, pero me sentía perdida”, describió. A raíz de ese estado que atravesó, estudió de forma casi obsesiva el tema de la apatía y depresión laboral. Inmediatamente se dio cuenta que no era la única. Según la consultora Gallup, 8 de cada 10 personas no están contentas con lo que hacen.
Cuando revisó la epidemia de la inmensa disconformidad laboral que existe en el mundo y el impacto que provoca en la sociedad, como problemas de salud mental o sociales, decidió darle visibilidad. Ahora recibe mensajes a diario “de gente que se encontró con un espejo”.
Marina mencionó que la depresión laboral es un tema hoy muy significativo. Por caso, Estados Unidos perdió el equivalente al PBI de Nueva Zelanda por ausentismo laboral a raíz de ese motivo. El problema es muy grande -subraya- y los gobiernos invierten mucho dinero.
En otros países como Argentina también existe pero se le da poca visibilidad porque inmediatamente asoma el “agradecé que tenés…”. “Igual siempre hay oportunidad de repensarte, optimizar el trabajo y ver si está alineado a tus valores”, apuntó. Es necesario -considera- chequear si esa obligación laboral te lleva a convertirte en la personas que deseas. Apuntó que siempre existe la oportunidad de iniciar una actividad en paralelo y lograr la sensación de estar en el camino correcto.
Después de la experiencia en Mercado Libre, Marina comenzó en 2017 a ayudar a emprendedores de impacto en Latinoamérica y se convirtió en managing director de Wolox (Nueva York), una compañía de desarrollo de software que provee soluciones tecnológicas a empresas en proceso de transformación digital.
Considera que en este proceso de reconocer qué estoy haciendo con mi vida, hay un aspecto cuasi espiritual. El libro señala uno de los modelos a través de los que se puede repensar la carrera. Todos esos modelos comienzan con un diario de bienestar que exige observarse y entenderse.
“Es importante detectar los momentos en los que entrás en flow, es ese estado en el que el tiempo pasa y no te das cuenta. Te pueda pasar cuando cocinas o jugando al golf”, explicó.
El desafío es ser más consciencia de cuales son los espacios de bienestar “y hacer un inventario de donde está tu vida hoy para ver dónde estás desconectado. Si estás desconectado, es difícil vivir una vida integrada”.
Según Marina, la vida integrada se da en la intersección entre quién soy -mis gustos, mi bienestar, mis fortalezas-, las cosas a las que dedico mi tiempo, y mis valores, principios y propósitos. Definió que “la vida integrada nos hace más felices”.
Después de transitar por lujosos cargos jerárquicos en empresas renombradas, Marina se define hoy como “nómada espiritual, surfista, ávida lectora y autora, cantante-yogui, emprendedora tech y adicta al café con leche descafeinado”. Tomar la decisión no fue fácil. Es que existe una adicción a la veneración, “importa mucho la respuesta a qué te dedicas, si sos gerente o director. Y en realidad, soy un ser humano que se dedica a muchas cosas”.
Marina asegura que vivimos en un mundo más volátil, incierto. “Todas las garantías que antes nos otorgaba un trabajo hoy se ponen en cuestionamiento”, dijo y destacó que las empresas se han vuelto más ávidas de retornos de corto plazo. Eso genera que los trabajadores se sientan una moneda de cambio. Se rompe así el contrato social que implicaba antes formar parte de una empresa durante toda la vida “y dejar la existencia a cambio de que me protejan a cualquier costo. Eso se quebró con las crisis”.
Marina asegura que hoy se entiende que un trabajo es un lugar de satisfacción, de crecimiento, en donde también existe una transacción monetaria “pero si no está alineado con mis deseos, sueños o con mi bienestar, no vale la pena”.
Escucha parte de la entrevista:
“En la época de las máquinas tenemos que explorar más lo que nos hace humanos”