Manuel Rapoport es diseñador industrial, vive en San Carlos de Bariloche y hace un buen tiempo decidió emprender el comprometido camino de crear herramientas que provoquen cambios favorables en la comunidad.
Manuel es uno de los integrantes de Diseñadores sin Fronteras, una fundación que nació a raíz de intensas nevadas que afectaron la vida de pobladores en la estepa de Río Negro. “Eso fue hace tres años. Cuando nos enteramos de la problemática, empezamos a trabajar. Hicimos un tutorial de cómo hacer raquetas y trineos para trasladarse por Radio Nacional”, contó. El panorama se presentó alarmante ya que muchos animales habían muerto enterrados en la nieve.
Sobre esta postal, un grupo de personas solidarias se acercó a la zona con esquíes de travesía. En algunos casos tuvieron que trasladarse hasta 18 kilómetros para visitar a un poblador que tenía su vivienda cubierta de un blanco que se insinuaba eterno.
Manuel recordó que cuando escucharon el relato de lo que estaba pasando, pensaron alternativas y decidieron hacer raquetas de nieve, de bajo costo”. En esa oportunidad se hicieron 20 pares de raqueta y 15 trineos. La intensa experiencia le dio vida a la fundación.
Se hicieron dos viajes de reparto a distintas localidades de la región más afectada. Incluidas Cerro Alto, Coquelén, Panquehuau, Arrollo Blanco, Villa Llanquín y Pichileufu.
Ahora la idea original se modificó. Ya no se trata de llevar los equipos de nieve, sino ir al lugar y escuchar las problemáticas que sufren los pobladores durante el invierno y trabajar con ellos. Por eso se organizaron talleres que se desarrollarán en el Manso Inferior y Villa Mascardi. Para Manuel esta experiencia permite que los diseñadores -que por lo general están en zonas urbanas- descubran con mayor precisión qué sucede en la estepa.
Comentó que no es tan difícil hacer las raquetas, hay que combinar la creatividad y algunas capacidades técnicas.“Con poco dinero podes lograr raquetas que te aguanten dos inviernos. Se pueden hacer con caña colihue, tiento, cuero”, apuntó.
La mochila hidrante
Manuel mencionó otro trabajo que diseñó la fundación: la mochila hidrante. El trabajo se realizó en Córdoba y la creación está pensada para las personas que hacen la guardia de ceniza luego de los incendios forestales.
Se trata de una mochila con 20 litros de agua “y una especie de bombín con el que podes tirar un chorro de agua a distancia. Se usa para enfriar focos después de que sucedió el incendio”.
Es útil, por ejemplo, para los voluntarios en un incendio que no poseen equipos. “Es una mochila hidrante de bajo costo, sale el 10% de lo que cuesta en el mercado. Y es un producto que funciona muy bien”, destacó Manuel y agregó que la bomba está hecha con una impresora 3D en el FabLab de Bariloche. Se hicieron 10 prototipos para ser usados en el territorio.
El equipo de Diseñadores sin Fronteras genera herramientas en tiempos de crisis climática. “Estamos en el hacer y queremos actuar. Muchas veces no encontramos el lugar para canalizar esa energía. Además, hay que salir del esquema de que te importen metodologías de afuera o formas de pensar el diseño”.
Está convencido de que en Latinoamérica hay muchas experiencias de trabajo en las comunidades. Y no solo hay que aplicar el diseño para mejorar las ventas de las empresas, también “sentimos que los diseñadores tenemos que trabajar en lo social, en las problemáticas de la gente”.