Martín está convencido de la riqueza emocional que tiene la cocina. Recuerda una mesa cubierta de harina en la que ensayaba con un tenedor la forma correcta de cientos de ñoquis para cumplir con el plan familiar de domingo. Con el paso del tiempo, descubrió otras miles de historias que pueden brotar de una cocina.
Martín Habiague nació en Santa Rosa, La Pampa, y desde hace casi 20 años vive en Barcelona, ciudad que eligió para crear Mescladís, un restaurante que puso en práctica un programa sociolaboral pensado para los migrantes: Cocinando Oportunidades.
Describe inmensa experiencia en Pausa, el programa de radio que conduce Vivian ‘Lulú’ Mathis, desde su casa en Villanueva y Geltrú -a 45 kilómetros de Barcelona- con el Mediterráneo de imponente paisaje.
“No existimos sin migraciones, somos la consecuencia de la búsqueda de mejores oportunidades. Así es nuestra historia”, sintetizó y mencionó el origen del nombre del restaurante. Mescladís es una palabra de uno de los idiomas oficiales -aunque poco conocido- de Cataluña, el aranés. Significa “que se puede mezclar. En Argentina entendemos bien ese concepto”.
Martín vivía en Bélgica cuando decidió hacer uso del ‘sabático’ que permite la legislación y viajar a Barcelona para imaginar su nuevo proyecto. En ese momento, la capital de la región de Cataluña atravesaba un proceso social significativo. “En poco tiempo pasó a recibir muchas personas del mundo. Crear este emprendimiento fue poner un grano de arena en esa transformación social”, admitió.
“Me inquietó el tema de los migrantes. El derecho a migrar es un tema clave en materia de derechos humanos en el siglo XXI”, reflexionó y destacó que el cambio climático es un fuerte disparador en este contexto con el desplazamiento forzado de personas que pierden el acceso a condiciones dignas de vida.
En Mescladís forman ayudantes de cocina y camareros para que luego puedan insertarse en el sector hotelero. El origen tuvo dos ejes importantes. Por un lado, facilitar el proceso migratorio y por el otro trabajar sobre los miedos entendibles que surgen en una sociedad diversa. Porque -apunta Martín- implica convivir con el otro y superar las inseguridades “que tenemos que trabajar y convertirlas en enriquecimiento”. Luego incorporaron la idea de sustentabilidad al emprendimiento.
Hoy cuentan con tres restaurantes en Barcelona y muy pronto, asegura Martín, abrirán dos más. Las personas migrantes que llegan a Mescladís lo hacen de distintas formas, a través de entidades como Cáritas, Cruz Roja u otras organizaciones locales.
Martín explicó que el programa Cocinando Oportunidades es un itinerario formativo que te abre puertas en el sector de la hotelería y, si es necesario, permite regularizar la situación migratoria. “Eso da sentido a todo. Si no estuviera este programa, sería un proyecto cool y nada más”, definió.
Y que todo este proceso suceda alrededor de una cocina tiene un significado especial; “es el espacio que nos define como seres humanos, nos hace únicos y nos hace iguales. En el encuentro que permite la comida podemos hablar de quiénes somos. Es un terreno, además, lleno de emociones”.
A Mescladís llegan migrantes del norte de África, de África occidental, de América Central -Honduras, El Salvador y Guatemala- “principalmente es una migración femenina que huye de la violencia. Si todo va bien, luego traen a sus hijos”. También se acercan venezolanos en los últimos años. En menor medida, de Asia y Europa del Este.
Martín observa que el camino del migrante para ser ciudadano no es fácil. “Te dicen que tenemos que cumplir primero con muestras obligaciones. Y la verdad es que es imposible no hacerlo. Pero no así con los derechos, como el voto”, comentó y agregó que -según los especialistas en la economía de la región- el desarrollo de bienestar de Barcelona se sostiene por la población migrante.
“Es falsa la idea de que sacan el trabajo de los locales. En realidad, hacen crecer la torta”, destacó y aseguró que si existe un rechazo no es por cuestiones económicas; “tendremos que analizarnos más para conocer el por qué”.