Un equipo de especialistas del CONICET en el Instituto de Biología Agrícola de Mendoza (IBAM) desarrolló una innovadora metodología para el análisis y extracción de contaminantes en cultivos vegetales. Está basada en el uso de solventes eutécticos profundos naturales, NADES por sus siglas en inglés.
La técnica es más rápida, sensible y ecológica que las basadas en solventes químicos tradicionales dado que involucra únicamente componentes de origen natural y no tóxicos, como azúcares, alcoholes, aminoácidos y ácidos orgánicos. Fue utilizada por primera vez en ensayos experimentales para detectar y extraer ibuprofeno de muestras de lechuga baby cultivadas en invernáculo bajo condiciones controladas.
Sabrina Mammana es becaria posdoctoral del CONICET en el IBAM y primera autora del estudio en el que se presentó la nueva metodología, publicado en Journal of Composition and Analysis. Dijo que el grupo se especializa en desarrollar metodologías innovadoras alineadas con los principios de la química analítica verde. “Somos pioneros a nivel global en el diseño y caracterización de NADES”, comentó.
El ibuprofeno es un fármaco de venta libre que, de acuerdo con la investigadora, es un contaminante emergente frecuente en aguas residuales. “La reutilización de estas aguas, especialmente en zonas con escasez hídrica como la provincia de Mendoza, podría introducir contaminantes farmacéuticos en el suelo y, posteriormente, en las plantas”, explicó Mammana.
Las muestras que se utilizaron para el estudio fueron cultivadas en invernáculo bajo condiciones controladas y con semillas provistas por el INTA-La Consulta, lo que, según la investigadora, garantiza su calidad y autenticidad. “Lo que hicimos fue disolver ibuprofeno en agua corriente y luego regamos las plantas con ese agua contaminada. La idea era ver si las lechugas absorbían el ibuprofeno presente en el agua o si el fármaco se quedaba en la tierra”, señaló.
Los resultados obtenidos por el equipo científico revelaron que las lechugas baby tienen la capacidad de absorber y concentrar cantidades sustanciales de ibuprofeno, lo que podría provocar daños fisiológicos y morfológicos en el alimento. “El ibuprofeno y otros analgésicos pueden provocar una reducción moderada de la actividad fisiológica y crecimiento irregular de las glándulas y de las paredes celulares de las hojas, menor cantidad de estomas, células con menos citoplasma y cloroplastos distribuidos de manera aleatoria e incluso una reducción en los pigmentos asimiladores”, describió.
De acuerdo con la investigadora, la elección de lechuga baby como objeto de estudio fue estratégica y se basó en varios factores. En primer lugar, este cultivo se destaca por su valor nutricional. Por otra parte, a nivel productivo, las hortalizas baby requieren labores de cultivo similares a las tradicionales pero presentan ventajas como ciclos más cortos, menor incidencia de plagas y enfermedades, y por consiguiente, la necesidad de un menor uso de agroquímicos. Adicionalmente, es posible su cultivo en espacios reducidos y en alta densidad. Esto permite un mejor aprovechamiento del suelo y el recurso hídrico.
Desde una perspectiva analítica, se trata de un estudio prometedor ya que es una metodología más sostenible y eficiente. “Nuestro grupo considera la posibilidad de aplicar esta metodología a diferentes tipos de hortalizas y extraer no sólo ibuprofeno, sino también en analgésicos como paracetamol, diclofenac, naproxeno, entre otros, lo que permitiría una comprensión más amplia de cómo diversos cultivos responden a la presencia de sustancias farmacéuticas en el entorno. Esto contribuiría a mejorar la seguridad alimentaria y a comprender mejor los riesgos asociados con la reutilización de aguas residuales en la agricultura”, destacó.