La historia del biólogo californiano que ideó inodoros ecológicos secos en Ecuador

Chris Canaday es biólogo y hace más de 30 años vive en Puyo, Ecuador. Se ocupa de pensar maneras más sostenibles de habitar el planeta. Asegura que no es necesario destruirlo para satisfacer nuestras necesidades más básicas.

Nació en California y su nombre se encuentra con facilidad en las redes sociales porque está asociado al desarrollo de los inodoros secos para reducir el impacto en el medio ambiente. “La forma que vivimos en la modernidad es una ridiculez”, asegura.

Es experto en aves y su conexión con Ecuador nació porque desarrolló allí su tesis que se basó en medir el impacto de la deforestación y la industria petrolera en las aves. Cuando estaba regresando a su país, recibió de forma inesperada dos propuestas de trabajo en conservación. “Es una señal”, pensó de inmediato y aceptó el desafío. Hoy se ocupa de la educación ambiental en el Parque Omaere en Puyo.

Para Chris es importante demostrar que los cambios se pueden hacer. “Los inodoros secos funcionan en el Parque hace décadas. Explicamos a la gente que nos visita que lo hacemos para no contaminar el río. No es suficiente con exponer que existe una tecnología, hay que mostrarla. Que vean que es factible y que funciona”.

Todo comenzó cuando decidió, junto a su compañera de vida, comprar una casa en la ciudad de Tena. La vivienda tenía inodoro con agua y un tubo de tres metros que desembocaba en un riachuelo, donde los niños y niñas se bañaban y pescaban. Cuando vieron esa situación, decidieron hacer algo al respecto.

“No es algo nuevo. En los años 50, dos vietnamitas inventaron un inodoro ecológico seco con la separación de la orina para evitar enfermedades”, mencionó Chris y agregó que, además, descubrieron que el mayor fertilizante está en la orina. Y que el mal olor es provocado por la mezcla con las heces. Por eso se encarcelan durante un tiempo prudencial. En Vietnam lo hacían por tres meses y en el Trópico, por 6.

La clave es mantener la orina separada de las heces

Con un libro que le prestó una amiga, decidió avanzar en la experiencia del inodoro seco en su nueva casa. Y el resultado fue exitoso. Contó que, después de meses de haberlo armado, fue a ver cómo estaba y no sintió mal olor. “De esta forma no desperdiciamos el agua y la orina regresa al suelo como fertilizante”, destacó. Recuerda que en ese momento se preguntó con asombro por qué nadie conocía esta técnica.

El biólogo indica que no hay ningún tratamiento de aguas servidas en el mundo que sea absolutamente seguro.

Según información difundida por UNICEF en 2019, más de la mitad de la población – 4 200 millones de personas – carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura. 297. 000 niños menores de cinco años mueren cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable. Y el 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas.

La idea es fácil de hacer

“Un tema preocupante es el de los fármacos», advirtió Chris y explicó que no hay prueba unificada para ver si quitamos esos químicos del agua. «Y los fármacos son formulados para no descomponerse fácilmente. Todo el mundo tapa el sol con un dedo”, reflexionó y continuó convencido: por eso es más lógico el inodoro seco.

¿Y cómo funciona? El apasionado biólogo admite que hay diferentes maneras (ver https://inodoroseco.blogspot.com) , pero la clave es separar la orina que puede ir directo a las plantas a través -por ejemplo- de una manguera enterrada en la tierra. Las heces caen en un recipiente, puede ser en un saco de prolipopileno y se arroja un puñado de tierra después de cada uso. “Cuando se llena, lo guardamos donde pueda secarse por seis meses o un año, depende el país. Y tenemos otra vez tierra que se vuelve más fértil. Una porción podemos usar en los jardines”, explicó.

Para Chris el inodoro con agua no es sostenible. La forma que crearon los vietnamitas, en cambio, es una opción fácil de reducir nuestro impacto sobre el ambiente. Ahora quiere desarrollarlo en departamentos elegantes, así se convierte en algo aspiracional porque el problema es que parte de la sociedad vincula estas alternativas a sectores vulnerados. Y, por fin, es necesario hacer el cambio. “Hay que aprender a tirar tierra sobre las heces, en vez de tirar preciosa agua limpia”.