El docente argentino que fue seleccionado entre 5000 nominados de 89 países

Por Lorena Direnzo 
Lucas Vogel detectó su fascinación por el arte de enseñar 17 años atrás cuando comenzó a dictar clases particulares de matemáticas para solventar sus estudios en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Misiones. Jamás imaginó que alguna vez sería finalista de un galardón comparable a un «Premio Nobel de la Educación».
Este docente de matemáticas «nacido y criado y malcriado», como dice, en Oberá, Misiones, forma parte de los 50 finalistas del Premio Mundial para Profesores de Educación GEMS (Education Global Teacher Prize) otorgado por la Fundación Varkey, en colaboración con la Unesco. De esta forma, se reconoce a los maestros que transforman vidas mediante su labor educativa. A quienes generan un impacto positivo en la vida de sus alumnos.
Lucas tiene 44 años y trabaja como profesor de Matemáticas en el Instituto Superior Belén de Campo Grande, enseña análisis matemático en una tecnicatura y trabaja en el Centro de Día de Oberá, para personas con discapacidad.
Lucas Vogel fue distinguido como Ciudadano Ilustre en Oberá
Su camino hacia la docencia no fue constante en un primer momento. Poco después de tomar horas en un colegio, decidió abocarse a las instalaciones eléctricas y de aires acondicionados y hasta llegó a tener un kiosco porque, admite, le resultaba más rentable. De pronto, lo invitaron a dar clases nuevamente y supo que eso era lo que realmente le gustaba. Por eso, decidió inscribirse en el profesorado de Educación Técnica y concluyó la Licenciatura en Educación.
«Cuando me ofrecieron trabajar en el centro de día para personas con discapacidad mayores de 14 años, perteneciente a la Municipalidad de Oberá, propuse crear un espacio educativo no formal. Hasta ahí, hacían solo manualidades, arte, cocina, educación física con deportes adaptados», describe.
Ese espacio de educación no formal también lo puso en marcha en un hogar de día del Ministerio de Prevención de Adicciones de Misiones destinado a niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. «El objetivo era contenerlos y acompañarlos en la trayectoria educativa formal. Desayunan, almuerzan y por la tarde, van a la escuela. Quería demostrar que estos grupos minoritarios tenían la posibilidad de aprender ciertas cosas», explica Lucas.
Lucas dice que es necesario más profesores investigadores
Alega que todo responde a «una cuestion neurológica. Siempre cito el caso de Cristina a mis alumnos: ella perdió medio cerebro, pensaron que nunca más iba a volver a caminar, pero el cerebro se recompuso. Los chicos deben saber esas cosas: podemos ir modificando nuestro cerebro, no importa la edad ni la condición que tengamos».
Un antes y un después
De alguna forma, Lucas llegó a leer a Melina Furman, bióloga y doctora en Educación de la Universidad de Columbia. «La enseñanza, plantea esta investigadora argentina, no es solo una profesión, sino una manera de conectar con los demás, de entender sus emociones, de tejer lazos entre los aprendizajes y la vida».
Siguió con Jo Boaler, profesora de matemática de la Universidad de Stanford, de Estados Unidos, con David Perkins, profesor de Investigación de Enseñanza y Aprendizaje en Harvard y Rebeca Anijovich, una de las referentes más importantes de la educación en la Argentina.
El docente también produce podcasts educativos
Todos estos investigadores partían de la la educación basada en evidencia. Lucas supo que quería llevar esos conceptos al aula. «¿Qué quise demostrar? Que todos podemos aprender a lo largo de toda la vida sin importar las condiciones en las que estamos», señala aunque aclara que no solo se refiere a las discapacidades.
«No me centro en la discapacidad sino en las capacidades. Uno ya sabe qué diagnósticos tienen las personas o qué vulnerabilidades, no me meto mucho en eso sino que trabajo en sus capacidades. Si me encuentro con algún inconveniente en la clase consulto a profesionales como psicopedagogos o psicólogos. Hago un trabajo integrado», acota.
Todos tienen capacidad
¿En qué consiste el método de educación basado en la evidencia? Lucas explica que, en Argentina muchas universidades investigan cómo funciona el cerebro, «cómo aprendemos mejor y cómo tumbamos barreras que tenemos predeterminadas: que hay personas que no pueden aprender matemáticas, que las personas con discapacidad tienen un límite, que las mujeres no tienen capacidad para las matemáticas».
El proyecto combina ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemática.
Desde entonces, este docente planifica diversos métodos, se pone objetivos y lleva esos conceptos al aula. Acude a «la educación para la comprensión» (de la Universidad de Harvard basado en procesos interdisciplinarios para desarrollar la comprensión), el Design Thinking (basado en los procesos de diseño para generar o desarrollar pensamiento o conocimiento) como así también a la metodología STEAM que promueve la aplicación práctica y transversal de los conocimientos a través de proyectos y retos.
«STEAM alude a la ciencia, la tecnología, la ingeniería, el arte y las matemáticas. Se usa el pensamiento científico, se parte de una hipótesis, se plantea un problema, se hace la experimentación, se suma la tecnología y el arte porque es generador de creatividad», resume.
Todos estos métodos, insiste, han sido probados. Los docentes deben evaluar sus entornos, evaluar cómo podría funcionar cada uno, adaptarlos y sacar conclusiones.
«Muchas veces -agregó-, los alumnos plantean un problema social en su barrio. Pero su contexto ya de por sí es difícil porque viven en una situación de vulnerabilidad. Entonces, yo tenía que hacer al revés: plantear una idea para ver si encontrábamos un proyecto. Me baso en mezclar todos estos modelos, planificarlos y plantear objetivos».
Para Lucas, la clave es hacer las cosas con amor y pasión.
Se refirió a una de las últimas actividades en el centro de día, con la lectura de un cuento «adaptado para ellos» llamado «El viaje de la gota». «Contaba cómo circulaba esa gota y mostraba el ciclo del agua. A partir de ahí, empezaron a hacer preguntas de por qué la gota se iba para arriba, por qué recorría el arroyo y empecé a explicar lo más claro posible cómo funciona el ciclo del agua. Desde ese cuento de lectura fácil, ellos fueron desarrollando esa idea de por qué llueve, por qué se evapora el agua y esas cuestiones», cuenta.
En el hogar de día, en cambio, propuso «una tormenta de ideas» a partir de la pregunta sobre qué pasaría «si fuéramos más grandes o más pequeños». «Quería hablar de leyendas de Misiones y de una reserva cercana al hogar. Cuando empezamos a hablar de tamaños, salió un proyecto de duendes de reservas donde abordamos la biodiversidad, la forma en que reciclamos el agua, cómo protegemos el medio ambiente», acota.
Top 50
Lucas quedó entre 50 docentes seleccionados de 5.000 nominaciones, de 89 países. Cuando se le consulta por qué cree que lo eligieron, asegura que solo demostró «algo sencillo que se puede hacer» y se basa en brindar una educación inclusiva y de calidad para todos y en cualquier ambiente.
El Global Teacher Prize busca educadores innovadores y comprometidos.
Su principal desafío, admite, es que ese método de «educación basada en evidencia» se replique. «Yo siempre repaso a los seleccionados en este concurso para ver qué puedo ocupar para mis clases. Uno hace las cosas con amor, con pasión», indicó.
Esta propuesta de mejorar la calidad educativa, incluye que los alumnos entiendan la importancia del conocimiento en sí mismo.
«Doy matemáticas en la secundaria y muchas veces, me preguntan: ‘¿para qué me va a servir?’. El pensamiento matemático es importante. Un logaritmo no solo lo vas a usar en un kiosco, es una forma de pensar, una forma de que nuestro cerebro tenga más conexiones para solucionar problemas», esbozó.
Lucas considera que se puede aportar un granito de arena, «una base para un pensamiento crítico, con educación podemos discutir sin tanta falacia, sin tanta vuelta y sin tanto choque. Hoy la inteligencia artificial tira muchos datos que, a veces son fake news».