Por Lorena Direnzo
Cuando sus dos últimas nietas, las mellizas India e Isabel, nacieron en Madrid, España, Daniel Fernández pensó la manera de sentirse más cerca de ellas y de su nieto mayor, Benicio. Como buen locutor, se le ocurrió usar su voz para grabar cuentos infantiles a fin de que los niños pudieran escucharlos pese a la distancia.
Daniel tiene 64 años y es locutor desde hace más de cuatro décadas. Pero siempre estuvo vinculado a las noticias. Su primera incursión en las nuevas plataformas digitales fue el armado de un podcast informativo que grabó en un pequeño estudio montado en su casa. Pero era un mero entretenimiento que demandaba muchas horas de trabajo; de modo que, al cabo de un tiempo, lo hizo desistir. “Pasó el tiempo y siempre dije que, algún día, volvería a hacer un podcast. Jamás imaginé que lo haría con algo vinculado a los niños. En febrero empecé a grabar ‘Los Cuentos para Beni, Indi e Isa’, mis tres nietos”, contó Daniel. Lo que tampoco imaginó fue que esos cuentos serían escuchados en once países en solo un mes.
“¿Cómo nació la idea? Tiempo atrás, Renata, mi hija menor, vino de paseo de Madrid a Buenos Aires. Beni, el mayor, se quedó a dormir con nosotros y esa noche nos contó que le gustaba escuchar cuentos antes de irse a dormir”, señaló. El niño le brindó a su abuelo una lista de Spotify en la que los relatos se fueron sucediendo. En ese momento, Daniel detectó algunos muy atractivos contados por actores, con música y otros que, según define, “eran terroríficos”.

“Además -acotó- soy muy desconfiado del contenido de las redes. Puede aparecer algo complicado, no me gusta dejar algo así al azar”. Fue ahí cuando pensó: “Si soy locutor, ¿por qué no grabarle cuentos para ellos que les quede de recuerdo?”. “Así empecé con varios cuentos tradicionales, más aggiornados a esta época. El primero fue Cenicienta, seguido por Caperucita Roja, Pinocho, Hansel Gretel, El patito feo y otros”, expresó este locutor del informativo del radio Del Plata y radio República.
Debido a los derechos de autor, optó por los cuentos tradicionales, pero como resultaban bastante crueles (“el lobo se comía a la abuelita o el leñador le abría la panza al lobo), los fue adaptando. Buscó palabras que los chicos pudieran entender porque, en muchos casos, “están escritos en español y no en castellano”. Indagó en los tonos, tratando de alcanzar un lenguaje neutro y acortó algunas versiones muy largas con el propósito de mantener la atención de los más chicos.Desde febrero, Daniel se propuso subir un cuento por semana que duran entre 4 y 8 minutos a las plataformas Spotify y Apple Podcast.
“Me entretiene grabar porque es algo que me gusta. Hace 40 años que trabajo como locutor, aunque habitualmente uno no hace relatos infantiles. El desafío es muy distinto”, admitió. Ahora debe adaptar el relato al oído de los más chicos. Los graba en el estudio que se armó en su casa durante la pandemia por Covid-19, los edita, les pone música y efectos en función del relato.

Reconoció que 40 años atrás, jamás hubiera imaginado este camino por fuera de la radio y la televisión. “Adapté mi carrera para mis nietos y pibes de otros países. No es algo que busqué. Hace unos años grabé algunos libros para una biblioteca para ciegos, pero contar cuentos para chicos es difícil, más cuando uno viene de una parte de la locución dura como es la informativa”.
La repercusión sorprendió a Daniel cuando decidió indagar el reporte de la cantidad de escuchas en Spotify. En un mes, sus 10 cuentos registraban unas mil reproducciones y habían prendido no solo en Argentina sino en otros 10 países: Estados Unidos, Rusia, Uruguay, España, Perú, Colombia, El Salvador, Chile, México y Portugal. En los comentarios, incluso, además de felicitarlo, le pedían ciertos cuentos.
“Se dieron situaciones insólitas como cuando una conocida de mi hija que es profesora de Arte en Madrid les hizo escuchar ‘El patito feo’ a los chicos y les pidió que dibujaran lo que habían entendido. Me mandó un video de los chicos dibujando y ahí tomé dimensión de lo que estaba haciendo”, comentó y agregó: “Lo que comenzó como algo familiar, se propagó entre gran cantidad de chicos de todo el mundo”.

¿Qué pasó con Benicio, India e Isabel, los primeros destinatarios de esos cuentos que trascendieron las fronteras? “Siempre arranco diciendo: ‘Bienvenidos a los cuentos para Beni, Indi e Isa’ y la primera vez, Beni gritó: ‘¡Ese soy yo!’. Ahora cada vez que se va a dormir pide escuchar los cuentos del abuelo”, dijo, dejando entrever su orgullo y agregó: “Lo que uno pretende con los cuentos es que, en principio, los disfruten, pero cuando sean más grandes o quizás yo ya no esté, se queden con ese recuerdo de que su abuelo les grabó cuentos. Quizás para esa época, ya no existan estas plataformas, pero quedarán en algún lado grabado”.