Eugenia Ripari es curiosa y disfruta de experimentar para encontrar cosas nuevas. Junto a su novio, Nahuel Spinedi crearon Slug Club Kombucha en el silencioso tiempo de pandemia en Bariloche.
“Hubo mucha experimentación. Nos aburríamos y pudimos hacer lo que queríamos”, recordó Eugenia en Pausa, el programa de radio que conduce Lulú Mathis. Descubrió la kombucha en 2010 cuando trabajaba en un supermercado orgánico en Waldorf, Maryland.
La kombucha es una bebida fermentada con muchos probióticos que refuerzan el sistema inmunológico, colaboran con la digestión, actúan como desinflamantes y desintoxicantes, además de colaborar con la oxigenación del hígado y la sangre.
Eugenia vivió muchos años en Estados Unidos, estudió diseño de interiores y también se interesó en el mundo de los fermentos y la comida saludable. “Me metí en el tema de los supermercados orgánicos, el acceso a la comida saludable de un consumidor masivo. Y con todo eso vino el estudio de la política detrás de la comida. Mientras tanto, Nahuel experimentaba en la cocina”, contó.
La base de Slug Club Kombucha es té verde y yerba mate orgánica de una chacra de Misiones que trabaja de forma agroecológica. Para Eugenia y Nahuel es muy importante saber quiénes son los productores de la materia prima.
La kombucha se hace con azúcar orgánica, clave para alimentar a los microorganismos. Las bacterias y levaduras comen el azúcar para luego producir la vitamina C, D y ácidos orgánicos. “Por eso son tan beneficiosos, es muy poderoso en vitaminas”, destacó.
“Lo inoculamos después con nuestros cultivos de bacterias y levaduras. Se mezcla bien y se pone en la cámara de fermentación”, explicó Eugenia y agregó que el proceso de fermentación dura 30 días. La segunda fermentación se hace con flores y frutos. Se gasifica de forma natural y finalmente enlatan. La kombucha requiere de refrigeración porque es un producto vivo.
El nivel de producción de Slug es de 4.000 litros mensuales. Comenzaron con 100 por semana en un departamento.
No es sencillo cambiar el comportamiento de la sociedad en torno a sus consumos. Eugenia tiene un planteo claro: “la idea es hackear el hábito. No somos una compañía gigante que está en todas las góndolas del país. Queremos que el que lo pruebe, le encante. Nos alegra que nos escriban para decirnos que reemplazaron la cerveza por la kombucha porque les hace bien”.
La curiosidad de Eugenia y Nahuel empezó a construir durante la pandemia y siempre estuvo impulsada por el desafío de descubrir cómo se logra aumentar el consumo de una bebida que sea saludable.
Slug significa babosa en inglés, y el nombre tiene su significado. “El fermento es lento, pero cuando llega lo hace fuerte y nutriente. Y un día te encontras que ya no estás tomando gaseosa”, explicó. Para Eugenia, la clave, primero, es abrir la cabeza para probar algo nuevo.