Martín aceptó una propuesta que no aparecía en sus planes y cambió su vida.
La fundación Desafío Bariloche es pionera en la práctica del esquí adaptado en Argentina. Hace 30 años brinda instrucción y estimula el desarrollo de nuevas habilidades en personas con discapacidad. Lo hace en las pistas del cerro Catedral.
Martín Saccomanno es director de operaciones de la fundación y su ingreso al equipo sucedió en 2003. “Hay chicos que ven la nieve como un problema porque no pueden salir con las sillas de ruedas. Que vean el cerro como algo propio para disfrutar es muy lindo”, definió.
Dice que la satisfacción que genera ver la alegría de los participantes del programa cuando entran en contacto con la nieve es inmensa. Hoy no tiene dudas sobre la importancia que tiene esta actividad en su vida, aunque admite que le costó dar el primer paso.
“Era joven y había empezado a trabajar como instructor con Bibi Debita, una de las fundadoras de la organización. Me quería sumar y yo intentaba zafar. Un día me preguntó si tenía clases y le dije que no. Entonces me respondió que tenía que darle una mano a Clarita, una niña de 5 años con síndrome de down. Eso me cambió la vida”, destacó.
Ese día Martín se encontró con Clarita y sus padres en la puerta del club Andino. «Salimos con las punteras en el bolsillo y con algunas dudas sobre lo que podía lograr y cómo vincularme», recordó y mencionó que recurrió a canciones para llegar con el mensaje. A veces la niña se fastidiaba y el joven instructor se sentaba a su lado hasta sacarle una sonrisa y volvían a la pista.
“Siento que puedo aportar algo y es la forma que tengo de mejorar el mundo que encontré”
La historia de la fundación comenzó en 1990. Representantes de la organización estadounidense que trabaja en la inclusión de personas con discapacidad intelectual, Olimpiadas Especiales, visitaron Bariloche para brindar un curso. De ese encuentro participaron Reni Viaene y Virginia Debita. Cuando vieron el impacto que provocaba la actividad en los participantes, decidieron hacer lo propio con estudiantes de la Escuela Especial Nro. 6 de la localidad. Con la ayuda de la fundación Challenge Aspen de Estados Unidos y, a través del Programa Ciudades Hermanas, lograron traer los equipos para la práctica del esquí adaptado.
Los primeros pasos de la fundación fueron a través de un proyecto social que consistía en convocar a personas con discapacidad de la ciudad para realizar esquí adaptado. Esto sucedía en el cierre de la temporada, en septiembre, con un cupo de pases que otorgaba la empresa concesionaria del cerro Catedral.
“Nos ocupábamos de todo, del equipamiento, colectivo, de llevarlos. Con los años se sumaron turistas que descubrieron que hacíamos esquí adaptado”, contó Martín. De esta forma, el equipo de la fundación pasó a trabajar durante toda la temporada invernal y se sumaron ingresos económicos que fueron destinaron a la generación de becas para el programa social. Cada año, la fundación brinda la oportunidad a más de 150 personas con distintas discapacidades. Una buena porción lo hace de forma gratuita.
Pablo Noves tiene una discapacidad visual por glaucoma a raíz de una mala praxis. Esquiar a ciegas representó un gran desafío y este año fue su tercera temporada en el programa de Desafío Bariloche. “Siento que esta vez pude romper mis límites. Antes sentía miedo, nervios, porque te deslizas sin ver y no sabes a dónde vas a parar. Ahora lo hago con libertad”, describió el miembro de la asociación Búhos. Con la acumulación de experiencias y la tarea de los instructores, puede lanzarse de la cima de la montaña a gran velocidad. Dijo que es una experiencia hermosa.
Airam es una joven de 19 años y también forma parte de Los Búhos. Es de Venezuela y vive en Bariloche hace dos años. La cobertura de nieve en la superficie para deslizarse fue toda una novedad. Esta temporada fue su primera experiencia de esquí a ciegas. «Fue emocionante, aunque también tuve nervios. Hubo mucha diversión y me gustaría repetirlo el próximo año», dijo.
“¿Qué le digo a un voluntario que se suma a Desafío? Que es la oportunidad para devolver algo en un entorno hermoso. Porque los que hacemos esto amamos la montaña y poder vincular la naturaleza con la oportunidad de dar una mano a alguien hace muy bien”, comentó Martín.
Desafío Bariloche creció y el concepto se replicó en centros invernales de Villa La Angostura, Esquel y El Bolsón. “Asociaciones civiles nos piden ayuda y están trabajando mucho, eso nos da orgullo. Todavía hay mucho por hacer”, comentó el director de operaciones de la fundación.
Fue su primera experiencia. Emocionante, también nervios. Sin embargo hubo mucha diversión. Me gustaría repetirlo.
Martín admite que reciben felicitaciones y agradecimientos, aunque cuando eso sucede él responde que recibe mucho más de lo que da. “Siento que puedo aportar algo y es la forma que tengo de mejorar el mundo que encontré”.