Un snack hecho con larvas de escarabajos fue el ganador del premio “Alimentación del Futuro” de la convocatoria que hizo el Centro de Investigación y Asistencia a la Industria (CIATI). El responsable de la creación es el biólogo Daniel Caporaletti, fundador de Grillos Capos.
El producto ganador se conoció en noviembre de este año y la iniciativa buscó seleccionar las mejores propuestas de innovación y desarrollo tecnológico en alimentos de Argentina y países limítrofes. El snack está elaborado en base a las larvas de Zophobas morio, una especie de escarabajo de la familia Tenebrionidae.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura estima que en 2050 la población mundial será de 9.700 millones. Este escenario provocará una presión sobre los sistemas de producción alimentaria y el medioambiente. Por eso, ha sugerido alimentos para generaciones futuras como la medusa, algas marinas y los insectos.
“No creo que los insectos sean los únicos alimentos del futuro”, definió y agregó que la dieta del futuro que imagina es amplia, rica, que nos permite un mejor desarrollo, incorporando nuevos nutrientes. “No vamos a reemplazar a la carne, por ejemplo, sería una tontería porque es un alimento excelente. Sí estamos reemplazando los proceso poco sustentables de producción”, aseguró.
Un estudio de la Universidad de Helsinki, difundido en 2022, indicó que reemplazar alimentos de origen animal por alimentos como la leche cultivada y los insectos, plantas, hongos, podría reducir potencialmente el calentamiento global y el uso de agua y tierra en más del 80%.
Daniel le dio vida a Grillos Capos, un bioterio que se dedica a la producción de alimento vivo para animales insectívoros. Y ahora desarrollan una línea de alimentos para consumo humano a base de insectos.
“¿Cómo hicimos el snack de larvas?, quisimos hacer algo original y trabajamos con un restaurante que utiliza alimentos a base de insectos, 13 Fronteras. Se tuesta en un horno convector, se marina previamente 24 horas en almíbar de limón y sal. Es agridulce, tiene un sabor muy particular”, describió. Daniel apunta a que el snack tenga las cualidades de un producto artesanal y una venta masiva.
Es posible que Daniel se encuentre con la pregunta: ¿por qué deberíamos reemplazar una hamburguesa tradicional por una de grillos?. Que sea rica y genere un aporte nutricional, ya lo justifica, responde. Y agrega que la larva de escarabajo, por ejemplo, era consumida antes de que llegaran animales como la vaca al continente. “En los ensayos que hacemos con la gente, hemos tenido más el 95% de resultados positivos. Incluso de gente que antes de probarlo siente rechazo”, contó.
La jefa de la carrera de Nutriología de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la Universidad Nacional Autónoma de México, Mariana Isabel Valdés Moreno, destacó en una publicación de la universidad que los insectos tienen muchos beneficios ya que contienen “potasio, vitamina A, algunos componentes de las vitaminas B y C y calcio; esto de manera general, debido a que cada insecto tiene su propio valor nutrimental”.
Grillos Capos realiza además una tarea para aprovechar los alimentos que se descartan. Utiliza verdura de segunda selección, pan de ayer, que son consumibles. Dice que solo en Buenos Aires y el AMBA se descartan 15 millones de toneladas por año pre consumo, antes de llegar a las góndolas.
También trabajan para utilizar el orujo de la industria juguera del Alto Valle de Río Negro que produce 300.000 toneladas anualmente. “El orujo de la pera y la manzana es una pasta muy nutritiva que se descarta después de hacer el jugo”, explicó y agregó que la idea es usar ese sustrato vegetal orgánico para alimentar a la mosca soldado negra para luego hacer una harina que sirva para alimentar a la industria piscícola. Hoy está siendo desaprovechado.
Daniel se lamenta por el freno normativo porque Argentina permite la producción de insectos para consumo animal, pero no para humanos, cuando países como Brasil tienen un sólido desarrollo en este tema.
“Empezamos vendiendo alimento vivo a los laboratorios porque vi que existía una demanda. Trabajamos con pet shops que tienen animales que consumen insectos, como peces, aves reptiles de cautiverio. Y ahora apuntamos a abrir una nueva planta para la industria piscícola”, contó sobre los próximos pasos.
Daniel es consciente que su trabajo tiene que ver con el futuro y las próximas generaciones. Eso resulta apasionante. “Con mi hija de 3 años comemos larvas y les encanta. Son muy ricas. Aunque mi hijo de 9 no quiere saber nada”, admite entre risas.