Lucía propone una mirada distinta en el terreno de la discapacidad. Dice que hay que superar el concepto de inclusión para caminar hacia la idea de la convivencia.
Lucía Landsiedel nació en Buenos Aires pero hace 10 años vive en Esquel. Si bien ya está adaptada, admite que acostumbrarse a la tranquilidad constante fue todo un desafío. Lucía tiene parálisis cerebral y asegura que hay que vivir la discapacidad con conciencia. “Creo que hablar de convivencia nos integra a todos. ¿Por qué hablar de inclusión? Eso hace referencia a que un grupo de personas está afuera de algo. Todos somos distintos”, comentó en el programa de radio Pausa que conduce Vivian “Lulú” Mathis.
Para lograr esta transformación, es esencial -considera- modificar el paradigma de la discapacidad. “Existe un cambio que va del paradigma rehabilitador a uno social. El primero hace énfasis en la falencia de la persona o su discapacidad; el social, en cambio, en lo que la persona puede hacer o aportar a la sociedad desde su experiencia vital. Eso me parece fundamental”, explicó.
Lucía nació prematura hace 29 años. Su mamá tuvo preeclampsia durante el embarazo, lo que requirió una medicación fuerte que no soportó y fue necesario recurrir a la cesárea. Nació en la semana 25 de gestación con un peso de apenas 500 gramos. Esto le dejó secuelas en sus miembros inferiores. “Yo sabía que tenía algo en mis piernas, que hacía cosas diferentes al resto, pero nunca fue un impedimento para mí. Lo naturalicé”, contó.
El diagnóstico lo descubrió sola, después de siete operaciones. Cuenta que, con la información ya reunida, se acercó a su mamá y le preguntó: ‘¿yo tengo parálisis cerebral?’. Fue solo para ponerle un nombre y en 2016, cuando hizo su primer posteo en el Día de la Parálisis Cerebral, se encontró con preguntas de amigas que tomaron la forma de un delicado acompañamiento. “Si bien tomé la discapacidad como algo normal, me hubiera gustado no conocerla. No quiero romantizarla pero tampoco me siento víctima”.
Por supuesto, hay cosas que le hubiera gustado hacer como gimnasia artística o acrobacias en tela pero existen límites. Dice que le molesta cuando hay gente que asegura que el límite está solo en tu mente; “no hay que frustrarse por no poder con todo, es importante ser consciente de ‘hasta dónde puedo’”.
El ámbito educativo no fue una experiencia siempre amable con Lucía. “En la primaria éramos todos iguales, pero en la secundaria la pasé mal. Hay que ver siempre a la persona como tal, y si tiene algún tipo de discapacidad hay que hacer las evaluaciones, no adaptarle las materias porque sí”, comentó y mencionó que muchas veces sus compañeros le decían que era una ‘vaga’ por tener un trato diferenciado. En esos momentos incómodos, ella replicaba que eran medidas que la excedían, que no dependían de ella.
Luego se recibió de Técnica Universitaria de Promoción Comunitaria en Niñez y Adolescencia con el sentido de devolver la asistencia y contención que recibió cuando era niña.
Lucía recuerda que se presentaba diciendo que tenía parálisis cerebral, aunque con el tiempo lo fue cambiando. “Soy un montón de cosas. El diagnóstico no me define, pero me costó pasar a una definición más amplia. Si me preguntas hoy qué soy, te respondo que soy capaz de lo que me proponga”, definió sonriente.