Siempre el termo y el mate como si se tratara de una extensión de su cuerpo uruguayo. Alejandro De Barbieri es psicólogo clínico, conferencista y escritor. Asegura que del sufrimiento se aprende y no lo podemos evitar. Es parte de la vida.
Para Alejandro, los padres gastamos mucha energía en evitar el sufrimiento de nuestros hijos e hijas. “Ese es un enfoque determinista: ‘yo no quiero que sufra lo que yo sufrí’ y, en realidad, va a sufrir lo que tenga que sufrir para crecer”, explica en una charla con Vivian Lulú Mathis en el programa radial Pausa.
Hace 8 años publicó el libro Educar sin culpa y cambió su forma de trabajar. A partir de ese momento, se dedicó a la prevención. Antes solo atendía pacientes.
“Nuestros padres hicieron lo que pudieron con las herramientas que tuvieron. Muchos psicólogos, aunque no lo reconocen, promueven otra cosa. Te transmiten que tu historia te determina. Nuestro enfoque es más integrador”, explicó.
El nombre de su libro se inspiró en el trabajo del pediatra francés Aldo Naouri que dice que nuestros abuelos educaron a nuestros padres sin culpa, no esperaban ser queridos por ellos. En cambio, nosotros somos padres culpógenos. “Tenemos miedo de que nuestros hijos no nos quieran. O peor aún, hacemos cosas para que nos sigan queriendo”, señaló y agregó que sus hijas quieren más a sus novios que a él. “Ese es el sentido de la vida”.
“Tenemos miedo de que nuestros hijos no nos quieran. O peor aún, hacemos cosas para que nos sigan queriendo”
Además del libro y las conferencias, Alejandro creó en pandemia la Revolución del Colibrí, un equipo de profesionales que asisten de forma gratuita a personas en el terreno de la salud mental. Comenzó dando charlas por zoom y una vez por mes abordaba temas como la depresión, el bullying. Con el paso del tiempo necesitó convocar más psicólogos voluntarios para que atiendan a personas durante cuatro sesiones de manera gratuita. Después de esos primeros encuentros, si lo desean, acuerdan un arancel social.
Se sumaron luego nutricionistas y profesores de yoga. “No podemos esperar todas las respuestas del Estado. También es importante la reacción de la comunidad”, destacó. En la Revolución del Colibrí se generan círculos de encuentro. Todas las semanas se abordan temas relevantes como la depresión, el duelo o la maternidad.
Después de la pandemia es frecuente encontrarse con gente enojada, frustrada. “En Uruguay tuvimos la suerte de que el presidente dijo ‘libertad responsable’. Porque lo que cura es el vínculo, es fundamental. La maestra enseña mejor en la clase que en el Zoom. El cuerpo a cuerpo es irremplazable”.
Dijo con preocupación que en Uruguay cuentan 10 intentos de suicidio por día. Dos se concretan y se registran 600 por año. Para Alejandro es importante animar a la gente a encontrarse. Asegura que en este tiempo también nos cuesta regular la violencia. “Hay mucha violencia en las escuelas. Hay que entender que me puedo enojar pero no descontrolar. La pandemia nos privó de habilidades sociales y los adolescentes tuvieron exceso de padres y pantallas”.
Recordó una definición del filósofo Carlos Díaz Hernández, a quién conoció: precisamos amar más de lo que nos duele el posible dolor del otro. Alejandro le dijo a una madre que si su hijo no sufre, es un psicópata. “No es apología del sufrimiento, pero la vida lo incluye”.