Diego Bernardini es médico y desde muy chico le prestó atención al tema de la longevidad. Recuerda con nitidez estar sentado en la mesa larga familiar junto a su bisabuela, ‘la Gallega’, que vivió hasta los 94 años. Y a su hija -la abuela materna de Diego- que superó los 100.
“Fue una fuente de inspiración profunda para mi profesión”, reconoció Diego desde Washington, donde reside, en el programa Pausa que conduce Vivian “Lulú” Mathis.
Se considera un médico de familia. Y dentro de la medicina familiar, se especializó en adultos y personas mayores. Durante muchos años trabajó con pacientes y luego dejó la clínica para dedicarse a la academia, a escribir e investigar. Siente que abrió un camino en el establishment médico.
Cuando comenzó su formación le hablaban de personas mayores y se asociaba solo a enfermedades y necesidades de cuidados. “Y yo veía otra cosa. Tenían muchos años pero también un espíritu muy joven, con ganas de hacer. Era una realidad que no coincidía con lo que me habían enseñado”, comentó.
Entonces Diego encontró una denominación correcta para para hablar de una nueva longevidad: la segunda mitad. Y descubrió que mucha gente se sentía bien con el concepto. “La expectativa de vida se está viviendo de una manera diferente. Lo que vemos es que la edad cronológica se vive de una forma distinta, con más salud, proyectos y ganas”.
Y mencionó un ejemplo de esto. Recordó que hace unos días se había presentado Patti Smith en Washington. Ella tiene 76 años y sus músicos superan los 70. El público mostraba una cabellera plateada “y se los veía con tanta vitalidad, energía”. Diego pensó entonces cómo la longevidad va por un carril distinto a la edad. Es importante ver cómo los mayores de hoy están escribiendo las reglas de una nueva etapa de la vida.
El médico argentino se pregunta por qué ninguno de los candidatos a la presidencia en Argentina habló de las personas mayores cuando son las que tienen mayor compromiso a la hora de votar. “Hay más de 7 millones de personas que son mayores de 60 años”, apuntó.
Considera que un aspecto clave en esta transformación es la intergeneracionalidad. “Es cuando las diferentes generaciones dan y ganan”, explica y agrega que debemos nutrir a nuestros jóvenes, niños y niñas del valor que significa ser una persona mayor. Porque el estereotipo de la discriminación por edad “se forma de acuerdo a cómo nos educan de chicos”.
Por eso, para Diego la pedagogía de la longevidad nace en la familia, con el respeto a los abuelos y la interacción. Se continúa alimentando en las escuelas y luego nutre las políticas públicas.
Hay que lidiar con el firme prejuicio que existe aún en torno al paso del tiempo. “La vida es envejecer y es necesario que aprendamos a hacerlo”, definió y mencionó una investigación de Becca Levy, profesora de epidemiología y psicología en la facultad de Salud Pública de Yale. En ese trabajo se indica que “las personas que no se llevan bien con el paso del tiempo, viven menos. Hasta 7 años menos”.
El camino no es sencillo en este cambio. Recién ahora todos los médicos de PAMI deben tener formación en geriatría y gerontología. “Es muy nuevo, antes no pasaba. No estaban preparados o peor aún, no tenían ganas de hacerlo”.
Cuando Diego habla con las personas mayores y les pregunta qué traen los años se encuentra con dos riquezas: libertad y tiempo. “Tenemos que hacernos amigos del viejo o vieja que llevamos adentro. Eso nos va a traer bienestar, paz y tranquilidad”.