La Sirena de Hielo: nadó en la Antártida y rompió récord para generar conciencia

Bárbara Hernández es la ‘Sirena de Hielo’. Fue la primera persona en nadar el tramo más extenso en las heladas aguas de la Antártida. Completó 2,5 kilómetros sin traje térmico con un objetivo claro: abogar por la protección del Océano Austral y las áreas protegidas.

La nadadora chilena comenzó con la actividad desde muy niña, cuando tenía 6 años. Y a los 17 lo hizo en aguas abiertas. “En Chile no teníamos referentes de mujeres nadadoras. Soñaba con serlo”, comentó en Pausa, el programa de Vivian “Lulú” Mathis.

Bárbara se sintió siempre cómoda en el mar, más allá de la fría bravura. Considera que la capacidad de adaptarse estuvo siempre por encima de su rapidez. “Descubrí que el mundo de las aguas abiertas me hacía feliz”, comentó.

El recorrido fue de 2,5 kilómetros. Foto: Shawn Heinrichs.

La primera vez que lo hizo fue en el cruce Niebla Corral en Valdivia. Nadó 5 kilómetros entre frías olas persiguiendo con dificultades el destino final: una casa amarilla. “¿Y esta niñita quién es?”, escuchó que preguntaban antes de la competencia. Con 16 años se convirtió en la primera mujer en ganar esa competencia. “Hay que hacer lo que amas y no decir nada. Es un mensaje muy potente que no tiene que ver con la edad o el género”, dijo.

El viaje a la Antártida nació como un sueño casi imposible. Durante muchos años estuvo en su cabeza y avanzaba en acciones concretas para hacerlo posible. El sentido fue difundir al mundo la importancia de la conservación del territorio antártico, abogar por la protección del Océano Austral y las áreas protegidas.

La hazaña significó un récord Guinness que le permitió difundir el mensaje. Y así fue, se habló en todo el mundo.

El objetivo de la Antártida se demoró por la pandemia

Bárbara dedicó mucho tiempo a la preparación física y mental para llegar al punto más austral, Bahía Hanusse. Armó un sólido equipo y tuvo que reunir voluntades de muchas personas representantes de distintas áreas, como la Armada de Chile.

Recuerda con una sonrisa que hubo que considerar muchos “ojalá”. “Ojalá no haya focas leopardo, no pase una orca, no haya desprendimiento de hielo, ni tormentas. Son muchas las cosas a tener en cuenta antes de entrar al agua”, apuntó y aseguró que de esta experiencia aprendió sobre la capacidad de renuncia. Entendió que estaban apostando a concretar una experiencia muy extrema con su vida en juego.

“Lo que más disfruto es cuando estoy finalmente en mi embarcación a punto de saltar al agua. Todo lo anterior es muy estresante, como conseguir los recursos financieros”, contó. Estuvo tan nerviosa que perdió la voz.

Bárbara siente feliz en aguas abiertas

Pero en el día indicado, el 5 de febrero de 2023, el universo generó las condiciones perfectas. El agua a 2 grados, había algo de neblina, sin desprendimientos de hielo, tampoco fauna. Fue un momento muy cuidado para el desafío. “Hice el nado hasta el final con la presión para el equipo de que saliera con una hipotermia severa”, recordó.

Recuerda una inmensa pared milenaria a su lado mientras nadaba y en su cabeza pasaban las imágenes de las personas que la habían acompañado en el extenso camino previo: su familia, pareja, mejor amiga, el entrenador, los paseos, los perros y el pastel preferido. Todo eso mientras repetía: “pelea, pelea, pela. Respira. Pelea, pelea, pelea”. Y sintió su corazón frío.

Con la inmensa hazaña conquistada, el paso siguiente fue comunicarla para que el mensaje de protección del océano austral recorra el mundo.

Bárbara dice que la naturaleza y el frío le enseñaron humildad. O entras al agua con mucha consciencia y desde un lugar de vulnerabilidad, o se paga un precio muy alto por soberbia. “El océano es mi lugar en el mundo, me quedaría ahí por siempre. Siento que le pertenezco”, admitió feliz.