Litro de Luz Argentina, la propuesta solidaria y ecológica para iluminar hogares vulnerados

Lucas Herrero es un inquieto ingeniero que decidió cuestionar aspectos de su profesión para abrir caminos (y encender luces). “El poder que tiene un ingeniero para resolver las cosas es inmenso. Nos arman la cabeza para generar soluciones. El tema es dónde las aplicamos”, reflexiona. 

Lucas es director y uno de los principales referentes de Litro de Luz Argentina, una organización que se plantea el objetivo de llevar luz solar a los hogares más vulnerados del país. Su trabajo ganó el Premio Latinoamérica Verde 2019 en la categoría de ciudades sostenibles. 

“Lo importante de todo esto es la historia. Eso hace a los proyectos”, definió convencido Lucas como preludio a la charla e hizo un silencio que provocó natural curiosidad. 

“¿Qué quiere este loco?”, murmuraron con insistencia sus socios cuando se enteraron de la decisión de Lucas de dedicar recursos y tiempo de la empresa a generar soluciones sociales. Tuvo que convencerlos y con el tiempo entendieron.

Litro de Luz Argentina realiza luminarias públicas que son de fácil instalación destinadas a hogares, o también para brindar el servicio en un área de hasta 40 metros cuadrados. Funcionan con energía fotovoltaica con una corriente de 12v y se generan con materiales económicos y accesibles. El 100% de las piezas son reemplazables. El sistema que generaron también puede ser usado para dar energía a teléfonos celulares, radios UHF y VHF. 

“Vamos a una comunidad que necesite energía y tratamos de dar soluciones económicas y seguras. Por ejemplo, a través de paneles solares chicos -de 30 vatios- y batería de moto ponemos luminarias públicas que se conectan a las casas. Además, vamos con enfermeros que se ocupan de desarrollar enfermería comunitaria y cursos de primeros auxilios”, explicó. Esta iniciativa -define- tiene la capacidad de integrar profesionales a una red de colaboración.

Litro de Luz es un movimiento a nivel mundial y en cada país tiene su identidad. La versión argentina que nació en Buenos Aires ya se ramificó a Rosario, Córdoba y Salta. Además,  el equipo asesora a proyectos en todo el país. La última colaboración fue a una salita médica en Misiones, a donde enviaron los materiales necesarios para lograr que cuenten con energía eléctrica. 

El ingeniero repite que la esencia de Litro de Luz Argentina es “la historia”, que -después de las explicaciones técnicas- decide contar. Esa historia se tejió en el Día de los Enamorados, el 14 de febrero de 2019. En esa fecha, el referente de Litro de Luz a nivel mundial, Illac Díaz, había acordado reunirse en el país con Lucas para dar vida a su versión argentina. 

“Vos hacé las lámparas y yo la enfermería” le propuso Gisela a Lucas

“Coincidía que era el primer aniversario con mi novia, Gisela Domancich, que es enfermera. Nos pasamos el día armando lámparas y cuando terminamos le pedí perdón”, recordó. Pero la reacción de ella fue inesperada, le propuso trabajar juntos: “vos hace las lámparas y yo la enfermería”. Hoy, ella es uno de los pilares de la organización. 

El espacio solidario comenzó a crecer y expandirse a otras provincias “y cuando nos dimos cuenta, fuimos nominados para un premio latinoamericano. Entendí que algo bien estábamos haciendo”. Además, se ocuparon de otras cosas. En los primeros pasos de la pandemia, compraron dos impresoras 3D y el 13 de marzo enviaron máscaras protectoras a distintos hospitales.

En cuanto a la forma de trabajar, Lucas aclara que no se ocupan solo de colocar las luminarias. Se sientan con los referentes y una ONG de territorio para diseñar la solución. “Es que el gancho es la luminaria pero después llegan los filtros de agua, la asistencia en temas de salud”, explicó y agregó que una parte esencial del sistema es que se genera con la gente que recibe la asistencia de Litro de Luz. Entonces si se rompe, lo pueden arreglar. Lo saben hacer. Nada de soluciones empaquetadas. 

El objetivo de Lucas es ampliar la red de profesionales para dar más soluciones. Aunque, claro, lo más importante de todo esto fue “la historia”. La del Día de los Enamorados. “Es que somos una pareja con propósito…”, definió orgulloso el ingeniero inquieto. Luego sonrío y dijo: “Ah, y no somos la única”. 

 

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