Patricia Franco es psicóloga social y coordinadora de Maquinando, una empresa social textil que existe con el sentido de lograr la inserción social y laboral de pacientes de salud mental que asisten al hospital de San Carlos de Bariloche.
El inicio sucedió en 2008 cuando le propusieron generar un centro cultural, que luego de llamó Camino Abierto, vinculado al proceso de desmanicomialización que establece la legislación en Río Negro.
El director del hospital zonal Ramón Carrillo, Felipe de Rosas, ofreció la designación de personal a cargo de salud pública y un espacio físico. “Eso sí, no teníamos insumos ni talleristas. Eso no entraba en el proyecto. Tuvimos que remarla”, recordó Patricia.
Había que reunir dinero y pensaron en participar en ferias aunque no sabían con qué productos. El proyecto que integró el centro cultural Camino Abierto se llamó primero Mostrando la Hilacha.
Y la historia de ese nombre se asocia a una idea que fue la punta del ovillo del proyecto. “Una compañera dijo que sabía hacer totoras caseras. Agarró una remera y empezó a hacer hilacha, larga, larga. Hicimos alfombras muy pintorescas que se vendieron y pudimos comprar los insumos para arrancar”, contó Patricia.
En Maquinando hacen costura y serigrafía. El fuerte, dice Patricia, es el trabajo en bolsas reutilizables. Utilizan friselina, lienzo o lona con estampa.
Las bolsas reutilizables para los supermercados fue el primer trabajo formal que realizó la empresa social, a partir de la ordenanza que prohibió las plásticas en 2012.
Durante este largo camino consiguieron sumar clientes conocidos de la ciudad y, además, tienen una buena relación con el Municipio. Por ejemplo, hicieron 120 delantales para jardines del Centro de Desarrollo Infantil y son contratados para eventos.
Patricia menciona -y elogia- la actitud emprendedora y creativa de Alejandra Franco, creadora de ADN Patagónico, un emprendimiento con valor cultural que incluye tejedoras en situación de vulnerabilidad social. “Con ella trabajamos mucho”, dijo y aclaró rápido -y sonriente- que no son familiares.
Para la coordinadora del proyecto las empresas sociales son muy útiles cuando “estamos militando socialmente”. Es una oportunidad para que los emprendedores se nucleen detrás de un objetivo y que, además, en este caso está asociado con la salud mental. “Privilegiamos a las personas y su entorno”, definió.
Trabajar con pacientes de salud mental es un desafío y reconforta la cosecha. Son ocho hoy en Maquinando. Cuando piensa en lo más importante que deja esta experiencia para ellos, Patricia no lo duda: la identidad. Y recuerda que cuando recién empezaban, venían y decían “soy psicótico, tengo esquizofrenia, tengo retraso mental. Ahora, que pasaron por el Centro Cultural, vienen y dicen, soy murguero, soy actor, soy costurero. Eso es un paso gigante”.