Cuando era chico, Matías Romano recibía una pregunta frecuente de familiares ansiosos. “¿Y qué vas a ser cuando seas grande?”, y el respondía algo totalmente distinto a las opciones clásicas. Nada de bomberos, contadores o abogados.
Él respondía que quería tener una reserva natural frente a una comprensible reacción de desconcierto. Y a los 33, lo consiguió.
Matías se define como un fotógrafo de naturaleza y un regenerador ambiental. “Esa palabra me queda grande, pero me siento partícipe de ese movimiento”, reflexiona sonriente en el programa radial Pausa que conduce Vivian Mathis.
Hace 10 años creó una organización ambiental, se llama Bayka y desarrolla proyectos de regeneración en la selva misionera con el sentido de conservar la riquísima biodiversidad. Creó dos reservas naturales, San Sebastián de la Selva y La Morita.
Su madre fue muy importante en el camino que se fue construyendo y hoy transita apasionado. Cuando tenía apenas 11 años lo mandó a la Patagonia con fotógrafos durante un mes. “Y ahí me enamoré”, asegura y cuenta que esos viajes sucedieron durante dos veranos seguidos. Primero recorrió la zona de Esquel y luego las maravillas de El Chaltén.
De chico siempre le llamó la atención la vida de las aves, en especial de los picaflores. Hay una conexión especial, aunque no conoce muy bien los motivos, dice que suelen acercarse a los humanos, “tienen una libertad y gracia en sus movimientos. Son muy llamativos”.
Las fotos de Matías son impresionantes. Cada foto exigió una conducta acorde al entorno, por eso aprendió a tener mucha paciencia. A considerar el sonido de cada paso cuando persigue un gran retrato. “Los animales sienten mucho tu energía, por eso influye mucho si estas ansioso, si tenés miedo o no”.
Y por supuesto, no es lo mismo ver un puma en la provincia de Buenos Aires, donde aún los cazan, que en el sur de Chile, en Torres del Paine donde los pumas tienen mayor tranquilidad porque pasaron generaciones sin que los humanos intenten cazarlos. Son experiencias distintas.
A los 33 años se abrió la posibilidad de comprar una reserva en Misiones para trabajar en la restauración, plantar arboles nativos, desarrollar programas de monitoreo sobre la flora y la fauna. Matías siente que fue un regalo espectacular porque hoy tiene el privilegio de ver el fruto de la regeneración que se inició hace 10 años.
¿Por qué es importante la regeneración ambiental? Matías tiene dos respuestas. Una que considera sencilla: “todos tenemos que poner el esfuerzo para tener un mundo mejor. Y vale la pena por la simple belleza de las cosas que podemos conservar”. La otra respuesta es un poco más profunda y está vinculada a su primera hija.
Ella nació cuando Matías compró la reserva. “Primero me dieron ganas de pensar qué planeta quiero dejar para ella. Y después lo cambié por el valor que tiene que ella vea qué hice. Además, a mí me apasiona hacerlo, me da mucha alegría”, asegura. Y para ser conservador -apunta- hay que animarse, perder el miedo.
Las dos reservas tienen el 37% de las aves de la Argentina. San Sebastián de la Selva tiene 100 hectáreas y está ubicado en un lugar estratégico, en el corazón del Corredor Biológico Urugua-í Foerster. Y La Morita conserva 37 hectáreas a orillas del río Iguazú, en el Corredor Biológico Península Andresito, que comunica los Parques Nacionales Iguazú de Argentina y Brasil.
Matías siente que hoy estamos frente a un límite. En un principio, la naturaleza era apabullante y los primeros avances del hombre no provocaron un costo alto. Daba la sensación de que los recursos eran infinitos. Eso se terminó. “El límite es claro y está la posibilidad de entenderlo por las buenas o por las malas”.
El fotógrafo de naturaleza y conservacionista disfruta de que todo esté conectado. Considera que restaurar el ecosistema es también restaurar la relación del hombre con la naturaleza. Es importante que todo tenga sentido. Por eso, los nombres de sus hijas conforman «Bayka».
Y en La Morita, el de su madre.