Ana Moreno es ingeniera industrial y siempre intentó darle un sentido especial a su profesión. Junto a su amiga, la arquitecta Natalia Toledo, le dieron vida a un proyecto que aspira tener un impacto ambiental y social positivo.
Las cordobesas crearon el ecocemento a partir de la mezcla de cemento tradicional con plástico PET triturado a un gramaje similar a la arena con otros ligantes y -dice sonriente- “una mezcla secreta”.
La idea tomó forma en 2021 y fue presentada en un concurso nacional para mujeres en la construcción. Fue una de las 10 propuestas seleccionadas entre 400 presentadas. Y en el siguiente concurso en Córdoba obtuvieron el segundo puesto. Ese dinero les ayudó a desarrollar el proyecto.
Ana destacó que se trata de un producto muy dúctil que no necesita la incorporación de áridos, por lo que genera un gran ahorro en la construcción.
Tardaron 8 meses en encontrar la fórmula correcta. “La idea nació porque prestamos atención a los productos que están alrededor de la construcción. Con mi socia, que es arquitecta, siempre decíamos que no podíamos levantar una bolsa de cemento. Y hacíamos chistes sobre eso”, recordó. Entonces empezaron a pensar qué se podía hacer para poder levantarlas.
El objetivo fue poner a la mujer en centro del ámbito de la construcción y trabajar para que los productos sean más asequibles desde el punto de vista ergonómico.
Asomó también la idea de generar una cooperativa para enseñar a las mujeres a armar el ecocemento, a comercializarlo y usarlo en lo que se requiera. “Que se hagan amigas de la construcción porque hoy la presencia de las mujeres representa apenas el 1% de la construcción. Y es una labor noble y bien paga”, destacó.
Sobre la recolección del plástico, Ana valoró que Córdoba se haya convertido en una provincia recicladora. Hay centros de reciclaje en muchas comunas, especialmente de plástico. Ellas trabajan con la comuna de Juárez Celman que tiene un centro verde donde están las trituradoras.
Comentó que desarrollaron un tamiz específico para lograr el gramaje adecuado para el proyecto.
Ana admite que está sorprendida por el impacto de su creación. Desde que se difundió la noticia a través de los medios de comunicación, “explotó”. Recibió llamados con consultas de Suiza, Costa Rica, Paraguay. De hecho, se pusieron en contacto desde un pueblo paraguayo de 3.000 habitantes para decirle que necesitaban generar trabajo para las mujeres.
“Ese es nuestro sueño, poder llevar trabajo a los lugares donde no hay”, aseguró. Ana siempre quiso darle un sentido distinto a la profesión y su socia también. Poder ayudar a las mujeres que hoy no consiguen insertarse en el mundo laboral es el objetivo principal. Sabe que no es fácil. “Falta la inventiva para generar laburo y dar el último empujón. Eso falta”.