Desde muy chica consideró que la postal protagonizada por personas en situación de calle no era algo natural. Siempre pensó que había que hacer algo para modificarla. Y lo hizo.
María Eugenia Sconfienza es la cofundadora de Fundación Cultura de Trabajo, un programa de intermediación laboral destinado a personas en situación de vulnerabilidad socio-habitacional. Su iniciativa es una de las ocho seleccionadas por el concurso Abanderados que reconoce inspiradores proyectos solidarios.
“Siempre pensé que algo había que hacer, y no solo pasar al lado de la gente que está en la calle. Con el tiempo empecé a especializarme en cuestiones laborales y estudié mucho sobre políticas de empleo y mecanismos de inclusión en ese terreno”, contó.
La idea se originó en la Facultad con su amiga Alexandra Alexandra Carballo Frascá. Quisieron conectar las vacantes con la gente que necesitaba trabajar. Y tuvieron la asistencia de la fundación Luciérnaga que funciona en Neuquén para iniciar el camino hasta convertirse en la fundación Cultura de Trabajo.
El objetivo de la fundación es lidiar con las barreras que se levantan para las personas en el mundo del trabajo. Eugenia considera que algunas son obvias como la posibilidad de asistir a una entrevista con la ropa adecuada, bañado. Y en otros casos, las circunstancias son relevantes aunque no tan obvias. “Por ejemplo, no tener el dinero para llegar al lugar de la entrevista, no tener WhatsApp o crédito en el celular. Son pequeñas cosas que hacen a estar comunicados”.
El hecho de no tener domicilio también es un elemento considerable. Algunos viven en hogares o están en situación de calle; “y no pueden dejar la dirección porque el mensaje no llega o porque tienen miedo de que el empleador llame a un hogar de tránsito”. Somos el nexo, asegura Eugenia, la fuente viable de comunicación entre una vacante de trabajo y una persona que necesita inclusión laboral.
La fundación aborda la falta de oportunidades de manera integral, gestionando acciones de inclusión laboral junto al sector privado y brindando capacitación laboral a las personas desempleadas, además de proveerles ropa limpia, duchas calientes, celulares y tarjetas SUBE.
Sobre el momento de crisis económica y social que atraviesa el país, Eugenia aclara que las necesidades de los vulnerados siempre estuvo. “Empiezan a surgir datos que alertan sobre la distribución del ingreso, y la pobreza que alcanza el 40%. Estas cuestiones hacen que los que siempre estuvieron con necesidades sigan siendo los mismos. Y la salida es entre todos, el Estado, la sociedad civil y las empresas tenemos que trabajar para que mejore”, aseguró.
Cuando la fundación se encuentra con historias de personas que logran el objetivo resulta gratificante. La intervención del equipo logró que 400 persona consiguieran trabajo. Y un dato que Eugenia considera relevante: el ingreso que ha sido transferido a la sociedad desde el 2016 gracias al trabajo de la fundación es de más de 600 millones de pesos.
“Vemos el cambio, cómo ahora están mejor vestidos, orgullosos porque pueden sostener a sus familias. Entonces es muy gratificante ver el camino desde que dejan los hogares de tránsito o la calle a sentirse parte y dedicarse a otras cosas distintas de satisfacer cuestiones básicas como qué comer o dónde bañarse”.
La fundación pone el foco en valorar a las personas por lo que son y no por si tienen o no trabajo. “No somos lo que trabajamos, somos personas que, además, trabajamos y circunstancialmente podemos no tenerlo”, comentó y destacó que la prioridad está en igualar el acceso al trabajo desde la perspectiva de que todos somos iguales. Es una tarea ardua porque es natural que la persona que está sin un centavo en el bolsillo se sienta poco digno.
Cultura de Trabajo fue distinguida con la selección de Abanderados entre muchas iniciativas que tienen un impacto positivo en la comunidad. Para Eugenia fue una gran noticia y destaca de inmediato la tarea del equipo que la acompaña. Dijo que el concurso le permite tener una visibilidad notable, además del valor que tiene compartir la experiencia con otros proyectos solidarios.
“Creo que estamos en el buen camino. Trabajamos por la inclusión de la persona que está tirada en la puerta del banco. A veces parece que la vinculación con el trabajo es imposible. Y sí es posible, aunque requiere de mucho trabajo y compromiso. Estamos felices de comunicar eso”.