La fundadora, Nicole Fusilier asegura que el objetivo es que los alumnos de la escuela del paraje Árbol Blanco en Santiago del Estero terminen el secundario. “La experiencia nos ayudó a crecer como profesionales y como personas”, asegura.
El paraje Árbol Blanco está a 120 kilómetros de Quimilí, cabecera del Departamento Moreno en Santiago del Estero. Luego de atravesar un monte interminable, aparece una solitaria parada de colectivos; en la pared blanca agrietada se puede leer “Escuela 627”. Al costado, un camino de ripio y casas a los lados. Viven 50 familias. Además, una sala médica, un registro civil, la escuela y la plaza. La pintura se completa con canchas de fútbol dónde suenan siempre las risas del juego.
Un sonido familiar para la joven Nicole Fusilier que recorre hace 10 años los 1.111 kilómetros que separan Buenos Aires de Árbol Blanco. La historia comenzó con una actividad propuesta por el colegio Moorlands –cuando estaba en 4to año- y conoció por primera vez, junto a sus compañeros, el paraje del norte santiagueño. En ese momento, se generó un vínculo solidario con la escuela que no se quebró más. Nicole fundó Una Sola Familia, una asociación civil que trabaja con las familias de la comunidad para que los chicos terminen el secundario.
“Más allá de la ayuda, aprendimos más nosotros. La experiencia nos ayudó a crecer como profesionales y como personas”, destaca Nicole y recuerda que la primera reflexión inevitable después de la primera visita fue valorar algunos servicios básicos. El paraje dónde viven hoy 130 personas no tiene agua potable, cloacas, gas, tampoco alumbrado público.
El objetivo de Una Sola Familia es que los chicos y chicas de Árbol Blanco terminen el secundario con “los conocimientos necesarios y poder así elegir su futuro con autonomía”. Nicole aclara que todos los proyectos surgen del encuentro con los vecinos que plantean los principales problemas. Están convencidos que no hay que imponer un sistema de valores o violentar la estructura social local. Por ejemplo, la creación del programa de becas para la escuela surgió por la dura realidad económica que impedía que los chicos pudieran dar el salto a la secundaria. Además, generaron un programa de apoyo escolar porque cuando los alumnos regresaban a sus casas, los padres no podían ayudarlos porque no saben leer y escribir.
“El año pasado nos reunimos y evaluamos los avances y lo que nos falta. Falta agua, electricidad y algún trabajo para las mamás. Pero avanzamos mucho y eso para nosotros es un orgullo enorme”, destaca y comenta que, para la organización, el mayor objetivo es que los chicos tengan las mismas oportunidades. “La educación te da la libertad para poder elegir. Que puedan estudiar en la universidad nos motiva mucho”.
En la última visita a Árbol Blanco, Nicole tuvo una reunión con los padres y les preguntó cuántos habían logrado finalizar el colegio secundario; nadie pudo levantar la mano. Luego, les preguntó cuántos de sus hijas e hijos están haciendo el secundario. 18 lo hicieron. “Eso un cambio en la vida y la historia del paraje”, reflexiona siempre orgullosa.
Foto: Una Sola Familia