“Desde los 17 mi papá remarcaba en todas las reuniones que mi hermana y yo éramos solteronas. Empecé terapia a los 19 porque sentía que me iba a quedar sola para siempre, así de mierda nos hacen la cabeza. Hoy con 30 años me da mucha bronca que nadie le dijera nada y festejaran esos comentarios”.
Este es uno de los tantos mensajes que recibió el movimiento Mujeres que no fueron tapa apenas lanzó la campaña “Hermana soltá el reloj”.
“Esta sociedad solo reconoce a las personas jóvenes como bellas”, definió Lala Pasquinelli, fundadora de la organización. La campaña es la continuidad de “Hermana soltá la panza” que apuntó a revisar cómo se construye la identidad de la mujer en torno a la belleza.
Lala se considera una “artivista” por la fabulosa combinación que sucede entre la artista y la activista para cambiar el mundo y sembrar un mensaje distinto. Está convencida de que el arte puede resquebrajar estereotipos de género que asfixian. Por eso decidió fundar en 2015 “Mujeres que no fueron tapa”.
La propuesta nació luego de varios mensajes que encendieron el interés de Lala y su equipo. Lanzaron una encuesta que planteó lo siguiente: “¿A partir de qué edad, la cultura, tu entorno, etc., empezaron a hacerte sentir que ya estabas vieja para ciertas cosas y que había cosas que ya no podías hacer?”. El 65% de 15.000 mujeres respondieron que antes de los 30.
Hay una representación que está construida en torno a que la vida para las mujeres existe hasta los 35 años, “y después desaparecemos”. Eso significa que no se sabe más de ellas, de sus cuerpos, sus historias. “Tenemos que cumplir con mandatos que se presentan como un camino hacia la felicidad, como -por ejemplo- tener pareja, hijos, hijas, desarrollarte profesionalmente a determinada edad. Y si no cumpliste, fracasaste en la vida”.
El periodista canadiense Carl Honoré se refiere a este tema y asegura que vivimos en un mundo marinado en el culto a la juventud, en el que «joven es igual a mejor y envejecer se ve como una maldición». En una de sus exposiciones señaló que la idea tóxica respecto al envejecimiento funciona como una suerte de profecía autocumplida. “Claro, es un proceso que hace que envejezcas peor, con un deterioro cognitivo e, incluso, con una muerte más temprana”, explicó.
Para Lala, uno de los planteos en esta campaña es compartir la idea de que -en realidad- para muchas mujeres la vida comienza a los 35, “cuando podes reconocer los mandatos, sacártelos de encima y tomar las riendas de tu vida”. No existe -continuó- una narrativa de estas vidas; “nos hubiera gustado tener esas historias a mano, la vida no es el manual que nos dicen que es”.
Además, consideró que la imposición de ideas sobre la maternidad y parejas a una determinada edad empuja a tomar decisiones que, en muchas oportunidades, van en contra de ellas mismas. Lala entiende que existe un desprecio por la madurez y una exagerada valoración de la juventud como un valor en sí mismo.
“…me he ido invisibilizando de a poco. Como una forma de dejar de existir porque la juventud y felicidad es lo que garpa y es un tema que nos machacan desde siempre, es cultural”, publicó otra mujer en las redes sociales de MQNFT.
Aunque suene increíble, la mayoría de las mujeres que compartieron sus experiencias de vida a través de la campaña, aseguraron sentirse viejas antes de los 25 años. “Es una locura”, aseguró impactada Lala y agregó que los mensajes recibidos apuntan a que ellas sienten que siempre están llegando tarde al mercado laboral o al proyecto ideal de perfecta familia diseñada por la sociedad. La constante persecución de ese mandato genera una presión insoportable que exige deshacerse.
Escucha parte de la charla con Lala Pasquinelli